Olor a salitre, sabor a infancia. Bajamar y Punta del Hidalgo, popularmente La Punta, presenciaron muchos baños, comidas y risas de niñez, en compañía de mis padres y de amigos. Por eso, siempre he tenido un sentimiento de familiaridad al volver a estas dos poblaciones de la costa de La Laguna (Tenerife); la familiaridad de los recuerdos y del bienestar, además de un entorno que, en muchos casos, parece detenido en el tiempo. Siempre delimitado por un mar con fuerte personalidad y por el imponente Macizo de Anaga.
Del esplendor al olvido
Para entender y sumergirse de verdad en esta zona, también hay que tener en cuenta su antigua importancia turística en la Isla. Hubo épocas esplendorosas, por ejemplo en los años 60 y 70 del pasado siglo, hasta que fue cediendo ante el empuje imparable del Sur de Tenerife, sin olvidar el ‘boom’ del Puerto de la Cruz. Bajamar y Punta del Hidalgo tenían, y en cierto modo mantienen, el sello de un turismo de salud y de contacto directo con la naturaleza marina y vegetal.
De sus referentes alojativos, ha sobrevivido el hotel ‘Océano’, tras afrontar su correspondiente reforma; el ‘Delfín’ salió no hace mucho del abandono para transformarse en un centro geriátrico; y ese mismo camino parece llevar el ruinoso ‘Neptuno’. De hecho, los accesos a este último lugar fueron cerrados por la nueva propiedad, y ahora cuando paso, veo a una persona de seguridad privada haciendo la ronda.
Paraíso de olas
Hablar del pasado y de personas mayores no le quita juventud y futuro a La Punta y Bajamar. Son núcleos intergeneracionales, donde los chapuzones tienen adeptos desde muy corta edad, y eso se extiende a la práctica del surf y el bodyboard. Los ‘riders’ tienen un paraíso aquí y en estas aguas se han criado, por citar nombres de pujanza actual, Melania y Diego Suárez, o Yael Peña; deportistas más que prometedores, ya acostumbrados a competir y brillar a nivel internacional.
Lo bueno es que conviven distintos niveles de destreza, diseminados por sus varios kilómetros de litoral, y con epicentros como la Playa del Arenal (precisamente entre ambas poblaciones). Forma parte del panorama ver tablas y neoprenos tanto dentro como fuera del mar. Alguna tienda especializada ofrece el material adecuado, y enseñanzas para los menos experimentados; en el establecimiento de ‘Tato’ comparte su colección histórica sobre esta disciplina.
Piscinas naturales muy populares
Claro que si no quieres cabalgar olas, también puedes intentar nadarlas. Sí, puedo contar en primera persona la dura belleza de la travesía a nado entre Bajamar y Punta del Hidalgo, que tuve ocasión de hacer una vez (y completar). Una prueba de 1.900 metros y referencia en esta disciplina en Tenerife. La salida fue desde la Playa de Bajamar, también conocida como del Castillo, por una antigua fortificación.
Casi que será un plan más relajado bañarse en ella, o en sus famosas vecinas, las Piscinas naturales. Son tres en concreto, dos de amplia superficie y otra reducida para los más pequeños. Como testigos, un coqueto faro y el inmenso edificio ‘Nautilus’ (otro antiguo hotel reconvertido en viviendas).
Si la bandera roja no permite entrar en el agua, es todo un espectáculo contemplar la fuerza con la que rompe el oleaje (siempre a una prudente distancia). Algo parecido ocurre en otro hito de La Punta como es la Piscina natural de El Arenisco, en pleno paseo marítimo.
Una franja enriquecida por distintos charcos, que pueden igualmente suministrar experiencias de lo más placenteras. Hay un buen surtido en el llamado Camino de La Costa, que parte del edificio ‘Altagay’, otro clásico que no pasa desapercibido por su altura, hasta San Juanito y su ermita (por cierto, hay otra dedicada a San Juan en Bajamar, que data del siglo XVII).
Diseños modernos y música tradicional
En mitad de este trayecto, se encuentra el llamativo Faro de Punta del Hidalgo, con un diseño en el que siempre he visto un toque a rascacielos de Nueva York, y la vetusta Sociedad recreativa ‘Charco de La Arena’. Una reminiscencia de los años 60, del mismo modo que Bajamar cuenta con su Club Náutico, surgido en el inicio de dicha década.
El Camino de La Costa termina con una interesante colección de murales, con firmas de prestigio internacional como Louis Lambert ‘3ttman’ e Iker Muro ‘Murone’, muy vinculados con esta parte del municipio de La Laguna.
Pero el arte urbano va más allá, y combina modernidad con tradición. Así, el también reconocido ‘Txemy’ Basualto pintó en una pared, a la entrada de La Punta, un homenaje a Sebastián Ramos (apodado ‘El Puntero’), a quien se consideró «máximo exponente del folklore canario» (así figura en la estatua que tiene en el Mirador de San Mateo).
En realidad, es imposible desligar este estilo musical de un sitio que vio nacer, hace más de 50 años, al legendario grupo ‘Los Sabandeños’. Lo atestigua la finca ‘Sabanda’, en la Carretera General, y el cercano monumento en honor a la formación (iluminado con la llegada de la noche).
Agradable paseo éste, en altura, con bonitas vistas y la complicidad del longevo ‘Café Melita’ -hoy ‘Palmelita’-, fundado en 1968; son numerosas las personas con las que me cruzo, aprovechando bien para correr o caminar, en un trazado de 2,4 kilómetros según van desvelando sucesivos indicadores en el suelo.
El corazón verde de Anaga
Y se puede caminar de forma urbana o hacer senderismo en plena naturaleza, conectando con el Macizo de Anaga. Cómo se nota cuánto ha llovido este invierno, porque el verde está exultante. Entre las rutas homologadas, y consideradas de dificultad media, contamos con la PR-TF 10 entre Cruz del Carmen y Punta del Hidalgo (10,4 km.); yo la he realizado en sentido descendente y es muy recomendable por la variedad y contrastes del paisaje -tienes la posibilidad de enlazar con Las Carboneras y Chinamada-. Por añadir algo de historia, esta vía era utilizada por los habitantes de La Punta para subir a estos lugares e intercambiar productos marinos por verduras, cereales y frutas.
Volviendo a las rutas, además dispones de la PR-TF 11, que incluye el paso por El Batán y sube la distancia a 11,8 km.; y la PR-TF 12 une Cruz del Carmen con Bajamar (con derivaciones a Tegueste y Pedro Álvarez). Tampoco han faltado carreras de montañas aprovechando estos rincones tan privilegiados, como la Ultra Trail del Nordeste que partía de Punta del Hidalgo.
Por si necesitas algún aliciente más, recuerda que este Macizo de Anaga es Reserva de la Biosfera desde 2015, un reconocimiento y una responsabilidad con el regalo natural de flora y fauna que supone. A su vez, se trata de una inspiración para la labor divulgativa del Hidrosfera Festival, que combina arte con sostenibilidad.
Huellas platanera y pesquera
De toda esta panorámica siguen formando parte las plataneras, que junto a la pesca mantienen representado el sector primario en Bajamar y Punta del Hidalgo. Como no podía ser menos, para comprobarlo tienes diversas opciones de degustar productos del mar en bares y restaurantes de la zona, incluidas sendas Cofradías. Aunque surgen alternativas de corte más innovador, como ‘Mojo Rojo’ en la gastronomía, y ya que estamos, ‘Punta Paradiso’ en la oferta alojativa: lo ‘cool’ marida con lo ‘vintage’.
En cualquier caso, te aconsejo que sigas descubriendo esta parte del litoral lagunero, en donde puedes encontrar hasta una réplica de la Torre del Conde de San Sebastián de La Gomera. No te extrañará si te digo que es de la década de los 60.
El bloguero Leo Desinquieto es un comunicador de profesión y aventurero de vocación. Le encanta viajar, descubrir, probar y compartir, tanto dentro como fuera de Canarias. Sus curiosidades se plasman en su blog, LeoDesinquieto