Aún recuerdo como si fuera ayer ese manto de color rosa que divisaba desde las escaleras de mi casa en Los Llanos de Aridane, La Palma, con el final del invierno.
Una floración temprana de los almendros que se juntaba con las amapolas rojas silvestres y las vinagreras amarillas, exultantes después de las lluvias invernales. Al festín se unían vacas que pastaban estos deliciosos y frescos manjares, reconozco que a mí me daban miedo, porque las veía muy grandes.
No puedo separar mi infancia de los almendros, siempre soñando con mi casita en el árbol, con ese espíritu aventurero, intrépido e inocente que solamente tienen los niños.
El almendro es un árbol de tronco recio y rugoso, de textura rasposa y en general no alcanza demasiada altura, lo que hizo que mi fantasiosa aventura de la casita en el árbol acabara por los suelos, llena de raspones y corriendo al auxilio de mamá.
El árbol que marca las estaciones
Con cada estación los almendros van cambiando, con la llegada de los primeros soles del invierno cubren sus copas de un delicado manto de color rosa. Con la subida de las temperaturas el árbol se cubre de verde dejando paso a sus pequeños y verdes frutos, que poco a poco van creciendo hasta que se cubren con una suave y aterciopelada piel verde, que con la llegada del otoño se torna parduzca dejando paso al fruto con su dura cáscara.
De niña cogía los frutos aún verdes, los machacaba con una piedra y jugaba a las cocinitas con algunas latas viejas que encontraba por la zona, las ramas de los árboles eran las cucharas y las hojas y las almendras verdes la comida; alquimia infantil bajo la sombra de un almendro.
Con el otoño llegaba la recogida de las almendras, otra fiesta. Se reunían todos los vecinos armados de telas, sacos y unas largas varas con las que se varaban los almendros para hacer caer la preciada fruta.
Debajo de los árboles se colocaban telas enormes, extendidas sobre las piedras, para que cayeran sobre ellas las almendras y poderlas recoger fácilmente.
Bajo el sonido serpenteante de las ramas de los árboles sacudidas por las varas, los niños jugábamos debajo de esta lluvia almendrada, recogiendo todos los frutos que nuestras manitas abarcaban y, con gran alborozo, paciencia y muchos dedos machacados, nos poníamos a pelar las almendras sentados en la acera de casa, todos provistos de nuestras respectivas piedras.
Y aunque ya esos almendros de mi infancia desaparecieron por desgracia para dar paso a la civilización, permanecen muy vivos en mi memoria, llena de juegos, libertad y aventura por aquellos parajes aún poco explorados.
Puntagorda se viste de fiesta
Por suerte todavía disfrutamos de este espectáculo en algunos rincones de las islas, donde podemos ver muchos árboles salteados en zonas de medianías, que es donde se dan mejor. Pero además en algunos lugares isleños se les rinde tributo celebrando cada año la fiesta del almendro en flor.
Empezamos por el municipio de Puntagorda, ubicado en la zona noroeste de la isla de La Palma, un pequeño y encantador pueblecito rodeado de naturaleza, con un núcleo urbano muy pequeño, siendo el resto de su población muy rural y dispersa entre laderas escarpadas y pinar.
Cada año, entre la última semana de enero y la primera de febrero, dependiendo de la floración de los almendros, Puntagorda celebra su fiesta. Una fiesta llena de encanto, con ventorrillos, música típica, bailes, actividades culturales, donde se reparten almendras saladas y vino del país, y sobre todo donde poder degustar postres típicos elaborados con almendras.
Tejeda, tierra de almendros
Otro municipio donde puedes disfrutar de este espectáculo rosa, es Tejeda, en Gran Canaria, declarado uno de los pueblos más bonitos de España y dónde se encuentra en la actualidad la mayor producción de este fruto.
Visitar Tejeda en cualquier época del año ya es una delicia, perdido en las profundidades de las cumbres grancanarias, rodeado de imponentes montañas, y barrancos de vértigo, desde donde se divisan el famoso Roque Nublo y el Roque Bentayga.
Pasear por sus perfectas calles adoquinadas, entres sus casitas encantadoras de tradicional arquitectura canaria, y respirar el aire puro que llega desde las cumbres, es una delicia; ¡estar entre los 100 pueblos más bonitos de España, no es una casualidad!
Tejeda celebra una de las fiestas del almendro más multitudinarias, todo un acontecimiento anual, al que acuden multitud de visitantes y lugareños. Destacan sus bailes folklóricos, mercadillos y como no, sus dulces elaborados con almendras.
Dicen que en Tejeda se encuentra la mejor dulcería de Gran Canaria, a la que acuden desde todos los rincones de la isla para degustar sus dulces y en la que se forman buenas colas para comprar. Es típico de la dulcería Nublo, el mazapán, elaborado con almendras, pero diferente al peninsular, el de Tejeda es más rústico y contundente, aunque igualmente rico.
La ruta de los almendros en flor en Tenerife
También Tenerife tiene su fiesta del almendro, esta vez tenemos que desplazarnos hasta la Villa histórica de Santiago del Teide, ubicado en la zona sur-oeste de la isla.
Cada año celebra su fiesta, organizando actividades de diferente tipo, con un mercadillo agro-artesanal, con eventos gastronómicos con la almendra como protagonista y también excursiones por numerosos senderos.
Estos senderos parten desde Santiago del Teide en diferentes direcciones, por los que podrás caminar y disfrutar del paisaje, con el Teide como fondo.
En Vilaflor, el pueblo más alto de España, ubicado en los altos de la vertiente sur de la isla, bajo las faldas del Teide, un encantador pueblecito, de calles empinadas, y apartado del mundanal ruido, también podrás disfrutar del espectáculo de los almendros en flor.
Dulces y más dulces…
Es sabido el gusto de los canarios por el sabor dulce, por la cantidad de postres que tenemos en las islas y lo dulces que son la mayoría, valga la redundancia.
La almendra es la protagonista de muchos de estos dulces típicos.
Uno de los más populares es el bienmesabe, que como su nombre indica está delicioso. Es un postre que se elabora en todas las islas, consiste en una especie de pasta melosa hecha con un almíbar espeso en el que se mezclan las almendras trituradas, yemas de huevo y puede estar aromatizado con limón y canela o anís. Como resulta bastante dulce, muchas veces se acompaña de una bolita de helado para contrarrestar el dulzor y además el contraste de texturas le va muy bien. Es un postre que puedes degustar en muchos restaurantes.
Si vas a La Palma, no puedes irte sin probar los almendrados, el queso de almendras o las rapaduras, todos elaborados a base de almendras, azúcar y huevos en diferentes proporciones y con un resultado muy diferente.
O el mazapán, que ya nombré antes, típico de Tejeda, y que no tienes que esperar a que sea Navidad para disfrutar de este manjar.
Las almendras tampoco pueden faltar en un buen Príncipe Alberto (postre palmero), una torta de vilana (típica de la Gomera), o como acompañamiento de un frangollo o en una buena pella de gofio dulce.
¡Bon apetit!
Rosa Ventura es la autora del blog de cocina La Palmera Rosa, especializado en cocina canaria. Diseñadora gráfica de profesión y bloguera por vocación, actualmente se encuentra terminando su primer libro sobre la cocina canaria.