Cuando Sabine Willmann llegó por primera vez a El Hierro a finales de los 70, ya conocía parte de Canarias. Sin embargo, este viaje a la más pequeña y occidental de las islas le impactó tanto que cambió el rumbo de su vida.
Parecía como si la isla la estuviera esperando desde siempre, no en vano ella lleva el nombre del árbol emblemático de El Hierro.
Ella explica este impacto por su historia como alemana de postguerra, hija única de padres que fueron muy castigados por la violencia bélica. Se sentía en deuda con la humanidad por los horrores cometidos en su país, y esa sensación dejó un vacío en ella que se llenó mágicamente en la Isla del Meridiano. El paisaje virgen y salvaje, las formas de vida sencillas y tradiciones y la convivencia sana que encontró, la inundaron por primera vez de paz.
Y esa paz ha sido su hilo conductor desde entonces.
Y aquí su nombre vuelve a respaldar su opción de vida. Las sabinas eran mujeres de un pueblo de la época de la fundación de Roma. Según la leyenda, fueron raptadas por los primeros romanos que necesitaban esposas y madres para fundar la ciudad. Al tiempo, sus familiares fueron a enfrentarse con los romanos para recuperarlas. Cuando la batalla era inevitable, las sabinas se interpusieron entre los dos ejércitos para evitar una matanza, divididas entre el amor por sus padres por un lado y por sus hijos por otro.
Sabina se construyó una casa en El Hierro. Pasaba primero temporadas en la isla con sus dos hijas y finalmente dejó un trabajo seguro como maestra en Alemania y se fue a vivir a Los Llanillos. Actualmente vuelve regularmente a Alemania, allí están sus hijas y sus nietos. Pero su hogar y sus afanes están en El Hierro.
El Sitio es el nombre de las casas rurales que creó en Frontera restaurando una antigua construcción. Siete casitas colgadas de la montaña rodeadas de un vergel aterrazado de especies autóctonas. La Fuga de Gorreta, una imponente pared que se levanta mil metros en vertical, enmarca este lugar. Sentarse al atardecer en la puerta de una de las casas a contemplar como la luz de fuego del ocaso incendia los Roques del Salmor y el océano, es una de esas experiencias inolvidables en la vida.
Cuando Torsten de Winkel, músico alemán afincado entonces en Nueva York, se cruzó en su vida y en su isla, volvió a surgir la magia y nació el Bimbache openArt Festival.
La paz y la convivencia de culturas es la base de este proyecto. Reúne artistas de todo el mundo para crear un laboratorio de fusión y entendimiento mutuo donde todos deben dominar los egos y simplemente, colaborar para crear algo más grande que uno mismo. El resultado son conciertos, exposiciones, charlas, proyecciones… una fiesta creativa con una calidad excelente. El talento de Torsten consigue convencer a músicos y artistas magníficos para que le sigan en esta bendita locura que dura ya 16 años.
Los músicos herreños y canarios son parte muy importante del festival, interactuando en escena con músicos de todo el mundo en un puzzle multicultural con un resultado sorprendentemente armónico.
En su momento, este proyecto parecía imposible de desarrollar en El Hierro. He visto luchar a Sabine con dificultades que hubieran hecho desistir a cualquiera. Pero como el árbol que en El Sabinar se retuerce para acomodarse al viento, ella ha superado con tesón todos los obstáculos que se han ido presentando.
Este año Torsten y Sabine han vuelto a sacar brillo a la varita mágica y han creado una versión online del festival adaptada a las nuevas circunstancias. Catorce videos en los que los artistas habituales del Bimbache actúan en varios lugares de la isla de una forma íntima y espontánea con el baile libre como hilo conductor.
Los espectadores que no nos perdemos una edición del festival, nos sentimos privilegiados por disfrutar de esos momentos únicos que se dan tanto encima como detrás del escenario. La convivencia es entre artistas, pero también con el público y con la propia isla y sus gentes.
Pero aquí no termina la magia de esta brujita. Torsten y ella restauraron una casa tradicional en Los Llanillos y la convirtieron en CasaArte. Practican allí un mecenazgo muy personal y familiar, recibiendo artistas de todas disciplinas y procedencias que acuden a crear inspirados por la fuerza de los paisajes herreños y la autenticidad de su gente.
Para Sabine la isla ha sido su impulso y su inspiración, además de su forma de vida. Y para la isla, ella ha sido un temporal cultural en dos direcciones. Ha acercado el arte internacional a los herreños y ha llevado a los artistas locales a darse a conocer por el mundo abriendo sus horizontes artísticos y personales.
Esta incesante actividad podría llevar a pensar si además ella tiene tiempo de disfrutar del lugar al que tanto contribuye.
Y la respuesta es si.
A esta mujer de una belleza dulce y elegante te la puedes encontrar paseando a su perro por Arenas Blancas y el poderoso sendero que partiendo de allí recorre la costa oeste. Una inmensidad de afilado malpais que el embate del mar ha moldeado en forma de arcos, órganos y criaturas fantásticas.
O visitando a la Virgen de los Reyes en su solitaria ermita, pidiéndole ayuda en sus proyectos y protección para su familia.
Quizá te pierdas un día por el camino del canal en Frontera y tras un muro de piedra escuches una voz suave. Y al asomarte, la descubras hablándole a su burra Nina y a su cría.
O puede que un día conozcas a Ruperto, fundador del grupo musical Herreños Boys, y te hable de ella como te hablaría de una hermana
Podría ser que recorriendo el Sabinar la descubras acariciando la rugosa piel de un tronco y comprendas que está hecha del mismo material que el árbol, frágilmente fuerte, orgullosamente inclinada, salvajemente bella.
Aquella pureza de la vida herreña que cautivó a Sabine hace más de cuatro décadas, ha cambiado con los tiempos, pero tampoco tanto. Siguen siendo gente sencilla y fuerte que ha sabido preservar sus señas de identidad y proteger la isla de la especulación, gente honesta y respetuosa que permite la vida sin vallas ni cerraduras.
Y la magia de sus costas, sus llanuras y sus montes posee una fuerza telúrica que te reconecta con tu esencia más profunda.
Me cuento entre quienes aman El Hierro y fue Sabine la persona que me cogió de la mano y me introdujo cuando llegué a vivir a la isla.
Paz y convivencia. Eso es El Hierro, eso es Sabine.
Dácil Pérez de Guzmán nace en Sevilla con ascendencia canaria. Se ha dedicado al mundo cinematográfico la mayor parte de su carrera como técnico primero y como directora después, realizando documentales, TV móvies y largometrajes de ficción con varios premios internacionales. Su película La última isla se rodó en El Hierro, el lugar de los veranos de su infancia y donde ha vivido varios años.
Actualmente ha dado un giro personal a su vida apostando por la sostenibilidad con un proyecto de permacultura en la Sierra de Aracena, en Huelva.
Es madre de una hija.
¿Te gustaría descubrirel paraíso de Sabine en El Hierro? Te hemos preparado una oferta irresistible para que te alojes en El Sitio.