Senegal se puede resumir en siete letras, “Teranga”, una palabra wolof relacionada con el espíritu de la hospitalidad. Además está asociada a la tolerancia, el respeto, la ayuda y la felicidad. Todo el país esta impregnado del significado de esta palabra.
Sin lugar a dudas Senegal es el lugar ideal para vivir tu primera gran aventura africana. Alejado en todos los sentidos de los grandes y míticos destinos africanos, no tiene nada que envidiarles. Pues en Senegal encontramos multitud de parques nacionales con una rica y variada diversidad de especies de flora y fauna; aldeas donde aun sobreviven tradiciones ancestrales y antiguas ciudades que conservan la esencias de la época colonial. Todo ello en contraste con la dinámica metrópolis de Dakar, la puerta al África Occidental.
Si estas dispuesto a descubrir este fascinante país, aquí tienes diez lugares que no debes perderte. Diez lugares para viajeros que buscan algo diferente y que están dispuestos a dejarse seducir por la tierra de los leones de la Teranga.
Dakar, la puerta al África Occidental
Famosa en buena parte de occidente por ser la meta de grandes aventuras, como las del Rally París – Dakar o los vuelos del aeropostal francés, la capital de senegalesa es el lugar ideal para comenzar nuestro viaje.
Esta gran urbe es una ciudad que no para nunca, donde casi tres millones de personas cada día se desplazan para trabajar, estudiar, comerciar o dejarse llevar por sus encantos. A primera vista la sensación de caos continuo nos puede dejar un poco convulsos, pero poco a poco se convertirá en el motivo para querer saber más sobre esta ciudad.
El día puede comenzar con un paseo por el barrio de La Medina, un barrio popular lleno de comercios y miles de personas que van de un lado para otro en busca de mil cosas que comprar, transportar o vender. En esta zona se encuentra la Gran Mezquita, muy visitada por los turistas y parada obligada para disfrutar de su peculiar arquitectura.
A la hora de comer lo ideal es visitar la punta de Los Almaides, en el extremo más occidental de la península de Cabo Verde. Aquí entre los grandes edificios de las embajadas y los hoteles de lujos, se encuentra un gran número de restaurantes populares ideales para comer marisco o pescado fresco.
A poca distancia de este último lugar, se encuentra el barrio de los pescadores, Ngor. Cada tarde llegan hasta su playa cientos de barcas repletas de pescados de todos los tamaños. La playa es un lugar ideal para los amantes de la fotografía social y de naturaleza.
Al caer la tarde no puedes dejar pasear por la famosa Route de la Corniche de Dakar, la avenida costera, donde cada tarde van miles de personas a andar, charlar o hacer deporte.
Otros lugares a visitar son la vieja estación de tren, el museo de las civilizaciones negras, el museo de artes de África Teodore Monod, el monumento del renacimiento africano y los mercados de Kermel, Sandanga y Soumbédioune.
Isla de Gorée, la puerta de no retorno
Conocida popularmente como la isla de los esclavos, Gorée se encuentra a pocos kilómetros de Dakar. Durante muchos años los portugueses, franceses e ingleses la disputaron como enclave militar y puerto comercial de esclavos con destino a sus colonias americanas. Declarada Patrimonio de la Humanidad en el año 1978, Gorée es un lugar de obligada visita para los miles de turistas que viajan a Dakar.
Se encuentra formada por un pequeño grupo de casas de estilo colonial, que recuerdan al Caribe, y por una fortificación militar abandonada y ocupada actualmente por artesanos y artistas locales. La isla se ha convertido en el lugar ideal para evadirse de la ruidosa Dakar y aprovechar para hacer algunas compras de recuerdos locales con cierta tranquilidad. Además si puedes darte el lujo de pasar una noche en la isla no dejes de hacerlo, una vez se van los turistas en el último barco, el lugar se convierte es un sitio encantador donde reina la calma.
Para llegar hasta Gorée es necesario tomar un Ferry desde el puerto de Dakar, donde sale un viaja prácticamente cada hora.
Parque Nacional Islas de La Madelaine, un paraíso natural
A unos pocos kilómetros de la transitada avenida marítima de Dakar, se encuentra un autentico paraíso natural, un lugar desconocido para buena parte de los viajeros e ignorado por los habitantes de esta vertiginosa y moderna urbe africana.
Sin lugar a dudas el Parque Nacional de las islas de la Madeleine puede ser considerado como las Galápagos senegalesas. En sus acantilados marinos se ubican colonias de cría de cormoranes, piqueros, charranes y rabijuncos, sus aguas son frecuentadas por ballenas y delfines y en lo alto de sus laderas sobreviven longevos baobabs. Todo un paraíso para la biodiversidad africana y un deleite para los escasos visitantes que se aventuran a llegar hasta aquí.
Como buena parte de los lugares aislados del planeta la isla posee su leyenda. La etnia local lébous cree que en la isla habita un espíritu protector que no quiere nada grande, ni alto, ni personas, ni arboles, ni casas en la isla. Es por ello que nadie se ha podido establecer nunca en ella y que los pocos baobabs que la pueblan no logran crecer sino unos pocos metros. Cada año los lébous se acercan a la isla para dejar ofrendas, nueces de cola y monedas en las grietas de los troncos de estos baobabs. De este modo el espíritu conocido como Ndeuk Daour les traerá salud, dinero y amor.
La visita al Parque Nacional de las islas de la Madeleine aparte de suponer un rato de descanso de la imparable Dakar, es una oportunidad de descubrir uno de los islotes marinos más salvajes del oeste de África. Un autentico paraíso para las aves y la vida marina.
Saint Louis, capital cultural
La famosa ciudad de Saint Louis, fue la primera ciudad colonial creada por los europeos en África y parada del aeropostal que unía Europa con Sudamérica durante la primera mitad del siglo XX. Pilotos como los afamados Antoine de Saint-Exupéry, Jean Mermoz o Henri Guillaumet llegaban hasta aquí en sus aeroplanos, trayendo las últimas tendencias de las urbes europeas, dándole al lugar un glamour que aun se respira en ciertos rincones de la que podría ser la ciudad más bella del oeste de África.
En la actualidad Saint Louis es la capital cultural del país, salas de artes, exposiciones fotográficas y salas de conciertos dan una gran vida a la ciudad. Además en los últimos años eventos como el festival de cine documental y el prestigioso festival de jazz hacen que lleguen hasta aquí muchos visitantes durante su celebración.
La parte antigua de la ciudad es conocida como la Venecia africana por estar ubicada en una isla en medio del río Senegal, esta zona de la ciudad fue declarada como Patrimonio de la Humanidad en el año 2000. Para llegar hasta aquí lo ideal es hacerlo a través del puente de Faidherbe, que según cuenta la leyenda fue diseñado por Gustavo Eiffel, el creador de la famosa torre parisina, aunque la realidad es otra muy distinta, ya que realmente su diseñador fue el arquitecto Nouguier, Kessler et Cie.
Al otro lado del río, junto al océano, se encuentra el barrio de los pescadores de Guet Ndar, aquí se agolpan miles de coloridas barcas, un sitio ideal para los amantes de la fotografía.
En la playa cercana se encuentran las fumeries, lugar donde cientos de mujeres se concentran para ahumar y secar el pescado, una forma de conservación para poder ser transportado hasta el interior del país sin que se estropee.
Haciendo frontera con la ciudad se encuentran los parque nacionales de Djoudj y de Langue de Barbarie, dos auténticos lugares de peregrinación para los amantes de las aves.
Parque Nacional Djoudj, reserva de aves
Si existe un lugar en el oeste de África donde las aves son realmente abundantes, ese es el Parque Nacional de las Aves de Djoudj, uno de los lugares más importante del planeta para la invernada de aves acuáticas. La cercanía a la esplendorosa ciudad de Saint Louis lo convierte en visita obliga para viajeros y turistas que gustan de descubrir la cara más natural de cada destino.
Cada año llegan hasta aquí un importante número de observadores de aves atraídos por las algo más de tres millones de aves migratorias que pasan el invierno en este lugar. Así, hasta el momento han sido observadas más de 350 especies de aves diferentes. Los pelicanos, flamencos rosa y enano, garzas reales, garcetas dimorfas, cormoranes y los suirirí cariblancos y bicolor son algunas de las más llamativas.
Estos humedales, además de vitales para la aves, son el hogar de cocodrilos, varanos del Nilo, chacales, jabalíes verrugosos y varias especies de mangostas que se pueden observar con cierta facilidad en las horas crepusculares, principalmente al atardecer. El más raro y escaso de los mamíferos que con algo más que suerte podemos observar, es el manatí africano, uno de los animales más respetados por las comunidades locales debido a sus hábitos nocturnos y su vida anfibia.
Parque Nacional de Niokolo Koba, el último refugio
Este casi desconocido parque nacional senegalés se ha convertido en el último refugio en el oeste del continente de la gran fauna africana, con una extensión gigantesca es el hogar de leones, elefantes, antílopes, chimpancés, hipopótamos y algo más de 300 especies de aves. Formado por una gran sabana boscosa prácticamente impenetrable durante la temporada de las lluvias. Un lugar fuera de las habituales rutas turísticas que no deja indiferente al viajero que llega hasta aquí.
Se han citado más de ochenta especies de mamíferos entre ellos una gran cantidad de antílopes, Kobos de agua, antílope jeroglífico y el más grande de todo los antílopes africano el raro Eland gigante. El jabalí verrugoso es muy numeroso y suele ser frecuente observar grupos de ellos en todo el parque. Además existe una importante población de búfalo africano, un auténtico acorazado de la sabana.
Aunque algo más difíciles de observar en el parque existen poblaciones de leopardos, servales, licaones, hienas y chacales. Además, al amanecer con algo de suerte puedes ver grupos de leones descansando al borde de la carretera que traviesa el parque, una de las joyas de Niokolo Koba y símbolo del país.
País Basari, cultura ancestral
Es una recóndita región ubicada en el extremo sureste del país, haciendo frontera con Guinea Konakri y Mali. Un lugar ideal para aquellos viajeros que prefieren profundizar en las culturas locales. En la ciudad de Kedougou, capital de la región, existen varias empresas y guías profesionales que ofrecen circuitos de varios días, muchos de ellos combinan recorridos en coche o moto con rutas de senderismo.
En la región aún se mantienen vivas costumbres de la cultura nativa africana, toda una oportunidad de conocerla de primera mano y de disfrutar de una forma diferente de vida. Aquí la etnia principal es la Bassari compuesta tradicionalmente por cazadores, que comparten territorio con las etnias Bédik y Peul, que se dedican a la agricultura y ganadería.
Los poblados tradicionales formados por chozas de abobe y ramas, se encuentran ubicados en lo alto de colinas, desde donde se pueden observar vistas espectaculares de la región. En algunos de estos poblados se realizan habitualmente danzas y demostraciones de rituales para los turistas.
Reserva Comunal de Dindefelo, hogar de chimpancés
A tan solo una hora en coche de la ciudad de Kedougou, se encuentra el corazón de la Reserva, la aldea de Dindefelo. Ubicada en una fértil tierra a los pies de una amplia franja acantilada en la zona de las montañas de Fouta Djallon, que sirve como frontera natural con la cercana Guinea. La zona esta habitada por miembros de etnia fulani, también conocida como peul, la segunda más importante del país después de los wolof, que representa entorno a una cuarta parte de la población.
La presencia de riachuelos, manantiales y una gran cascada hacen de Dindefelo un sitio paradisíaco para muchas especies de flora y fauna. Además de para el desarrollo de la agricultura por parte de la población local. Aquí las tierras de cultivo se entremezclan con campos de herbazales y áreas de sabana desértica, mucho más frondosa a los pies de la franja acantilada, donde puede llegar a tomar forma de selva seca.
La Reserva alberga más de 300 especies de aves, 17 de reptiles, ocho de peces, cuatro tipos de anfibios y 46 especies de mamíferos entre ellas cinco especies de primates, mono patas, mono verde, papión de Guinea, galago de Senegal y chimpancé.
En el año 2003, en la Reserva y su entorno se contabilizaron entre 300 y 500 ejemplares de chimpancés. Este amenazado primate se encuentra en “peligro de Extinción” según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Aquí vive la más rara de las cuatro subespecies conocidas, exclusiva del oeste de África.
Parque Nacional de Sine Saloum, la vida en el manglar
El Delta de Saloum es un auténtico laberinto de canales de agua salobre. Formado por más de 200 islas, unas pocas de ellas están habitadas por pequeñas comunidades de pescadores, ganaderos y agricultores. Alberga una vasta extensión de bosque de manglar que sirve de refugio a peces, crustáceos y moluscos. Una tierra anfibia a merced de las mareas, lugar de alimentación de miles de aves acuáticas y hogar de uno de los animales más enigmáticos del áfrica occidental, el manatí africano.
Pelícanos, espátulas, garzas, garcetas, flamencos, charranes, gaviotas, cormoranes y una infinidad de aves acuáticas deambulan cada día entre los barrizales que deja al aire la bajamar. La importancia para las aves es más que manifiesta. El delta alberga una de las mayores poblaciones de charranes del continente, en el parque crían más de 30.000 parejas de charranes reales, un ave marina frecuente en los ambientes costeros del África tropical.
Casamance, la selva de Senegal
En el extremo sur del país, entre Gambia y Guinea Bissau, se encuentra una de las tierras más salvajes del país. La Casamance es una amplia región dominadas por zonas de selva frondosa, manglares, ríos, arrozales, bosques de baobabs y sabana africana, que contrasta con los paisajes áridos del norte.
La región se encuentra dominada por la etnia Diola, famosos por ser los mejores constructores del oeste de África. Construyen sus casas adaptadas a las grandes lluvias, pues aquí las lluvias son abundantes desde junio a septiembre. Antes de que comiencen las lluvias es la época de maduración del mango, una época en la que todo huele a mango, un periodo de abundancia, donde se amontonan frutos por todos lados, un periodo ideal para visitar Casamance.
Las zonas más visitadas por los turistas son la isla de Caravan, M’bour y Cap Skirring donde probablemente se encuentren las mejores playas del país. La capital de la región es Ziguinchor desde aquí cada día sale un ferry que la conecta con Dakar por el mar, una manera de viajar sin tener que cruzar la frontera de la pequeña Gambia.