Cádiz, atlántica y milenaria

La ciudad de Cádiz lleva enamorando a quién la que la conoce desde hace 3.000 años. Una ciudad atlántica con alma de isla que huele a salitre y tortillitas de camarón; que hunde sus raíces en tiempos de los fenicios, inspira a poetas y cantantes, y vibra por alegrías y chirigotas.

Te invitamos a dar un paseo por Cádiz.

De Gadir a Gades

La Cádiz que hoy visitamos es el resultado de tres mil años de historia. Fenicios, cartaginenses, romanos, visigodos, musulmanes y cristianos han dejado su legado en esta ciudad, la más antigua de occidente. Un libro de historia que podemos revivir a cada paso.

Fundada en el 1.100 a.c por los fenicios como Gadir, una importante colonia comercial, en el año 206 a.c. fue conquistada por los romanos como ciudad aliada, bajo el nombre de Gades, y tuvo un época gran prosperidad durante la romanización de Hispania.

El yacimiento arqueológico Gadir, situado junto a la Torre de Tavira, cerca del mercado, es uno de los pocos lugares en los que podremos descubrir la forma de vida de la desaparecida cultura fenicia en diferentes etapas. Sus tesoros: dos calles adoquinadas en las que se distribuyen ocho viviendas con terrazas, realizadas con barro y arcilla. También se han conservado restos romanos de una fábrica de procesamiento de pescado con sus piscinas de salmuera, actividad fundamental en la economía de la época.

En el Museo de Cádiz seguiremos descubriendo la historia de esta ciudad, a través de la colección fenicia más importante en la que destacan dos sarcófagos antropoides fenicios así como diversos hallazgos de la época romana, como objetos cotidianos, esculturas, mosaicos, cerámicas y otros elementos que transportan directamente a la época dorada de esta ciudad. Bajo el Mirador Entre Catedrales podremos contemplar dos réplicas de estos sarcófafos y otros restos fenicios, que se encuentran actualmente en un estado de abandono.

3.000 años de historia en una manzana

Un viaje por la historia de Cádiz desde el Campo del Sur. Foto: Patri Cámpora

Y ya que hemos llegado hasta punto, vamos a cruzar la acera. Desde el Campo del Sur, el malecón gaditano, de espaldas al Atlántico, miramos hacia el Barrio del Pópulo, uno de los más antiguos de Europa, del que se conservan tres de sus puertas de entrada. Allí se nos presentará la historia de Cádiz ante nosotros: las ruinas fenicias, el teatro romano, la Catedral Vieja, construida sobre la antigua mezquita y reconstruida tras el incendio de las tropas angloholandesas que arrasó la ciudad hasta dejarla reducida a cenizas; y la Catedral barroca de Cádiz. De los fenicios a los cristianos en una sola manzana.

Puerta medieval al Barrio del Pópulo. Foto: Patri Cámpora

La Gades romana fue una de las ciudades más pobladas e importantes del Imperio Romano durante una corta etapa. En el coliseo de Roma aún podemos encontrar los asientos reservados a los nobles gaditanos. En ella se construyeron anfiteatros, teatros y acueductos para dar servicio a sus 50.000 habitantes. El teatro de Gades, descubierto tras unas excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en 1980 para buscar el Castillo de la Villa, era el segundo más grande de la Hispania Romana, tras el de Córdoba y tenía una capacidad para 10.000 espectadores. Podemos visitar sus ruinas.

La ciudad de Cádiz es como un hojaldre. Capas y capas de historia. Civilizaciones y culturas que se superponen para dejar su huella.

Estatua del poeta y agricultor Columela en la Plaza de las Flores de Cádiz. Foto: Patri Cámpora

Hijo Iilustre de Gades fue Columela, el príncipe de los escritores de la agricultura romana, nacido en Cádiz en el año 4 d.c. Su escultura preside una de las coquetas plazas de la ciudad, la de las Flores.

Cadiz, la ciudad de las torres-mirador

La fortaleza fenicia situada en Eritheia, la más pequeña de las islas del archipiélago de las Gadeirai, ha llegado al siglo XXI convertida en un ciudad cosmopolita y resiliente. Una ciudad que ha vivido a los largo de sus 3.000 años de historia épocas de luces y sombras, influencias de distintas culturas y que ha sido testigo de importantes acontecimientos históricos.

Desde sus costas partió Aníbal para la conquista de Italia y Colón hacia la Conquista de América. En 1717 la Casa de Contratación de Indias, fundada en Sevilla por la Corona de Castilla en 1503 para fomentar la navegación entre España y sus territorios de ultramar, se traslada a Cádiz quedándose la ciudad con el monopolio marítimo en las Indias Occidentales, lo que atrajo a ricos comerciantes de todo el mundo que se establecieron en la ciudad para hacer negocios con América, convirtiéndola en una ciudad cosmopolita.

Testigo de aquellos tiempos de esplendor y riqueza son las torres- miradores que decoran las casas palacio. Aún se conservan 133 de las 160 que llegó a haber. Estas servían para que los mercaderes pudieran avistar sus barcos desde sus azoteas antes de que llegaran a puerto y para que sus tripulaciones reconocieran las casas desde los barcos para llevar las mercancías a sus depósitos.

Torre de la Casa de Las Cuatro Torres. Foto: Patri Cámpora

Las numerosas casas-palacio que salpican la ciudad tienen una estructura similar. La planta de calle eran almacenes o comercios; la segunda, oficinas; la tercera, de mayor altura, la planta noble donde habitaba el comerciante y su familia; y la última planta, la del servicio.

Presidían estas casas las torres miradores de cuatro tipos: la torre-terraza, la torre de sillón, la torre de garita y la torre mixta. Actualmente muchas de ellas pertenecen a viviendas particulares o instituciones y quedan ocultas desde la calle, por lo que solo se pueden contemplar desde lo alto. La Torre Tavira es una parada imprescindible para disfrutar de las azoteas y torres del centro histórico y de su cámara oscura.

Dos catedrales para una ciudad

Cadiz presume de tener dos catedrales: la Vieja y la Nueva. La Catedral Vieja está situada sobre la antigua catedral gótica que mandó a construir Alfonso X El Sabio sobre la antigua mezquita.

En 1596 sucedió uno de esos acontecimientos que sumió en sombras a la ciudad. La escuadra angloholandesa, dirigida por el comandante Howard y el Conde de Essex, invadió Cádiz y saqueándola e incendiándola, reduciéndola a cenizas. Tras esta tragedia se mandó a levantar la actual iglesia, de orden toscano y manierista, que se consagró en 1602. A lo largo del siglo XVII se fue enriqueciendo con el retablo mayor de Alejandro de Saavedra y las diferentes capillas.

El crecimiento, enriquecimiento y auge de la ciudad a principios del siglo XVIII, debido al comercio con América, hizo que se comenzara a construir una nueva catedral acorde al nuevo estatus de la ciudad. Las obras de la Catedral Nueva, Santa María sobre el mar. se iniciaron en 1722, en estilo barroco, y terminaron, 116 años más tarde, en estilo neoclásico, y sin el patrocinio de los ricos comerciantes que ya habían abandonado la ciudad tras el cierre de la Casa de Contratación.

Desde su torre del reloj se puede contemplar una preciosa vista del océano y de la ciudad.

Cadiz es La Habana con más salero

Cádiz se parece a La Habana, o La Habana a Cádiz, dirían los gaditanos. Paseando por el Campo del Sur, el malecón gaditano, viajaremos hasta la isla caribeña acompañados por los graznidos de las gaviotas y el olor a salitre.

Carlos Cano le cantó dedicó las Habaneras de Cádiz a esta hermandad entre ciudades de las dos orillas.

Playa de La Caleta

Playa de La Caleta con Castillo de Santa Catalina. Foto: Patri Cámpora

El paseo nos llevará hasta la Playa de La Caleta, uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad. Un lugar con mucha historia porque en este puerto natural fondearon los barcos de fenicios, cartagineses, y romanos, y de sus aguas emergió una espectacular Halle Berry en una escena de la película Muere otro día, de la saga OO7, ambientada en Cuba.

La playa es lugar de recreo de los gaditanos y punto de encuentro para disfrutar del atardecer con un rebujito en la mano.

La Caleta está flanqueada por los castillos de San Sebastián y Santa Catalina. Según la tradición clásica , el castillo de San Sebastián, al que se accede a través de un muelle, está construido en la isla en la que se encontraba el templo fenicio de Moloch / Kronos durante la Edad Antigua.

Castillo de San Sebastián. Foto: Patri Cámpora

El castillo de Santa Catalina fue construido tras el saqueo angloholandés, en 1596. El rey Felipe II envió al ingeniero Cristóbal de Rojas a Cádiz para realizar un proyecto de defensa; Rojas consideró que la intervención más inmediata era construir una fortificación en la bahía de Santa Catalina, para defender, de esta forma, uno de los frentes más vulnerables de las fronteras marítimas.

En el centro de la playa se encuentra una icónica construcción, el antiguo Balneario de la Palma, inaugurado en 1926 y que muestra una clara influencia modernista e historicista oriental, propia de los balnearios ingleses. Actualmente acoge la sede del Centro Andaluz de Arqueología Subacuática.

Desde aquí nos adentramos en el Barrio de La Viña, en busca de tascas y sabor a Carnaval.

El Barrio de La Viña

El Barrio de La Viña toma su nombre de los viñedos que existían en esta zona antes de ser urbanizada en el siglo XVIII, debido al aumento de población sufrido por el auge del comercio con América. Por su lejanía del puerto este barrio no despertó el interés de los cargadores de Indias y se establecieron aquí humildes pescadores que faenaban en la próxima playa de La Caleta.

La Viña es un popular barrio marinero que vive volcado al mar y al Carnaval. En la calle de La Palma y sus alrededores podremos encontrar una animada oferta de restauración que incluye lugares tan pintorescos como la Taberna Casa Manteca, con su ambiente taurino, o la Taberna de Las Banderas, donde podemos iniciar un peregrinaje para disfrutar de su gastronomía y del salero de sus camareros.

Taberna Casa Manteca. Foto: Patri Cámpora

Durante el verano sus estrechas calles se llenan de paseantes, vecinos y turistas que llenan las terrazas. Podemos sorprendernos con actuaciones de flamenco, con cantaores y cantaoras por alegrías desde los balcones.

Calle en el Barrio de la Viña. Foto: Patri Cámpora

Una escapada a Cádiz sabe a poco. Quedan ganas de seguir descubriendo su historia, disfrutar con su gastronomía, compartir con sus gentes, y seguir explorando la provincia: tierra de toros bravos, vinos centenarios, pueblos blancos y playas salvajes. ¡Volveremos!

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