A poco más de una hora de Florencia, te espera la campiña toscana, una tierra auténtica orgullosa de sus tradiciones y de su historia, y apegada a la tierra.
La Toscana es una tierra de verdes colinas coronadas por pueblos medievales, rodeadas de bucólicos campos de olivares y fértiles viñedos; de casas de color ocre y ciudades fortificadas con altas torres que nos recuerdan que esta tierra, que ahora transmite paz y tranquilidad, fue escenario de grandes rivalidades entre las Repúblicas de Siena y Florencia durante la Edad Media.
En la Toscana se vive lento al ritmo de las estaciones, y en verano se llena de color y se disfruta de las fiestas tradicionales, de la gastronomía local, y se brinda con buen vino.
¿Te animas a descubrirla este verano?
San Gimignano
La villa medieval de San Gimignano en uno de los imprescindibles de la Toscana. Un lugar declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad y uno de los pueblos con más encanto de esta región.
Perderse por sus calles medievales, disfrutar del ambiente cultural, subir a la Torre Grossa o a las Torres Salvucci, visitar el Museo Municipal, o degustar las delicias de la gastronomía toscana, son algunos de los planes que puedes disfrutar en esta bella ciudad.
Pero para comprenderla debes de conocer un poco su historia. Corría la mitad del siglo XIII cuando San Gimignano alcanzó su máximo poder económico gracias al comercio de productos agrícolas en la Vía Francígena. Uno de los productos más codiciados que se producían en esta ciudad era el azafrán, que se vendía por toda Italia y en el extranjero, y que aún sigue siendo uno de sus productos más destacados.
El poder económico alcanzado durante esta época por algunas familias se fue reflejando en la construcción de altas torres que eran una señal de su riqueza. Se llegaron a construir 72 torres, de las que hoy sólo se conservan 14. La más alta, con 52 metros, es la Torre Grande (también conocida como la Torre del Podestà, o la Rognosa, desde 1311), está situada junto al Palacio Municipal en la Plaza de la Catedral.
Por ley, la torre del gobernador debía de ser la más alta, pero la familia Ardinghelli desafió el orden establecido y mandó a construir dos torres gemelas, mucho más altas, en la plaza de la Cisterna. Posteriormente tuvieron que ser acortadas y alcanzaron la altura que vemos ahora.
Disfrútala sin prisas, subiendo a sus torres, perdiéndote por sus callejuelas, entrando en sus tiendas de artesanía y disfrutando de gastronomía local.
Monteriggione
Situado en lo alto de una colina, rodeado de murallas defensivas protegidas por catorce torres, Monteriggione es uno de los pueblos más antiguos y reconocibles de toda Italia.
Recorrerlo es hacer un viaje al pasado, retrocediendo a la Edad Media, cuando los sieneses lo construyeron como un puesto de defensa avanzada contra Florencia. Desde lo alto se podía controlar la Vía Cassia, una posición estratégica para controlar el territorio de Valdelsa.
El Castello de Monteriggione, fundado en el siglo XIII por la República de Siena, y la Iglesia Santa Maria Assunta, cuyo interior conserva las antiguas características medievales, son dos de los lugares imprescindibles en este pueblo, aunque encontrarás encantadores rincones en sus callecitas y plazas.
Piérdete por sus calles de casas de piedra color ocre y ventanas decoradas alegres flores y asómate al espectacular paisaje que le rodea.
Siena
El tiempo se ha detenido en el casco histórico de Siena y nos traslada al siglo XIV. Una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1995 por la conservación de los rasgos destacados de su estructura medieval, como las murallas construidas entre los siglos XIV y XVI que protegen el casco antiguo y la plaza del Campo, escenario del famoso Palio de Siena, una lucha ecuestre en la que compiten los 17 distritos del casco histórico, tal y como vienen haciendo cada 2 de julio y 16 de agosto desde 1644.
En Siena se fundó la Universidad más antigua del mundo en 1240, con facultades de Derecho y Medicina.
Si quieres disfrutar de las mejores vistas, tendrás que subir los 400 escalones de la Torre del Mangia. El ascenso tendrá como recompensa impresionantes vistas de la plaza y de los tejados de Siena.
En el Palacio Público de Siena, construido como la Torre de Mangia y la Catedral, durante los años dorados de la ciudad, bajo el Gobierno de los Nueve (1287-1355), encontrarás el Museo Cívico, que alberga obras maestras como la Maestà de Simone Martini y el ciclo de frescos Efectos del buen y mal gobierno de Ambrogio Lorenzetti.
Un paseo por las estrechas calles de la ciudad, pasando por la Fonte Gaia, la primera fuente pública de la ciudad, te llevará hasta la Catedral de Siena. Estás ante una joya del románico-gótico italiano, que alberga esculturas de Nicola y Giovanni Pisano, Donatello, Miguel Ángel y Bernini. Si tienes suerte podrás contemplar el suelo, que según Giorgio Vasari, «era el más bello, grande y magnífico que jamás se haya hecho», y que solo se descubre después del segundo día del palio, en agosto, y permanece visible hasta el otoño. Un meticuloso trabajo de marquetería realizado con mármol en el que trabajaron 40 artistas locales que tardaron 500 años en terminarlos.
Pisa
La torre inclinada de Pisa desafía a la gravedad, con 56 metros de altura y sus cinco grados de inclinación, y atrae a viajeros de todo el mundo que persiguen la típica foto de postal. La torre del campanario de la vecina Catedral de Santa María comenzó a construirse en agosto de 1173. Pronto el terreno comenzó a ceder por su inestabilidad y pararon las obras a la altura del tercer anillo. Un siglo más tarde se retomaron para finalizar esta icónica torre que sigue en pie.
Además de un excelente reclamo turístico, el campanario exento y la vecina catedral de Pisa son dos joyas del arte románico que vale la pena conocer.
El 16 de junio Pisa se vuelve aún más bella iluminada por miles de velas durante la Luminaria di San Ranieri, una fiesta mágica.
Gastronomía toscana
En la Toscana te confirmarán que la gastronomía italiana es mucho más que pastas y pizzas. En una región que presume de tener campo y costa, el producto es el protagonista indiscutible de sus recetas.
Los olivos que embellecen el paisaje toscano, producen un excelente aceite virgen extra que forma parte de todas las recetas y pone el toque final a cualquier plato. Y la trufa, ese exquisito ingrediente, que en la Toscana se recoge durante todo el año, aromatiza muchas de sus recetas, Alla Tartufa.
La gastronomía toscana es sencilla y sabrosa y homenajea la tradición culinaria italiana.
Entre sus platos más populares está la ribollita, una sopa espesa elaborada con verduras, judias cannellini y pan toscano, más propia del otoño y el invierno. En verano el plato estrella es la panzanella, una receta sencilla elaborada con ingredientes de temporada (pan toscano duro, tomates bien maduros, cebolla y albahaca) que en cada casa enriquecen con su toque personal.
La bistecca alla fiorentina es otro de los básico de una buena mesa toscana, un generoso corte de carne de res cocinado a la parrilla al punto para destacar su excelente sabor. Entre las exquisiteces de la zona no pueden faltar el queso pecorino toscano, elaborado con leche de oveja, que cuenta denominación de origen protegida, y embutidos como el finocchiona, un salami aromatizado con semillas de hinojo.
La Toscana también presume de grandes vinos. El Chianti y el Brunello di Montalcino han alcanzado renombre internacional y que ponen el broche de oro a cualquier comida en la Toscana.
En una tierra donde se disfruta tanto cocinando, comiendo y elaborando vinos, hacer un curso de cocina o visitar una bodega forma parte de descubrir su esencia.
