Emprender en otoño un camino que me lleve a los ancestros, a pisar la tierra, a descubrir personajes mitológicos envueltos de misterio en un bosque mientras las hojas caen, y a descubrir cascadas es posible según llegas a Cantabria.
Escapada otoñal a Cantabria: Castro Urdiales, mar e historia
La primera parada de este camino va a ser costera antes de adentrarme en el interior. Comenzamos el recorrido en Castro Urdiales, cuyo conjunto histórico me llama poderosamente y la vista del puerto marinero es espectacular.
Subo hacia la Iglesia de Santa María de La Asunción, el Castillo-Faro y la Ermita De Santa Ana con el puente medieval, a través de unas calles, que parten desde el Ayuntamiento ( del siglo XVIII), llenas de referentes a la tradición de las traineras. Me llevan hacia ese alto donde se domina todo el horizonte del mar.
Luego, al bajar, me detengo a la izquierda del puerto, donde paseo por una avenida llena de edificios históricos que se entremezclan con bares llenos de vida. Mientras camino veo el entrenamiento de los jóvenes con las traineras, que ya han finalizado la liga veraniega, en un muelle lleno de tradición remera. .
(Sigue descubriendo Castro Urdiales con las audioguías de Turismo de Castro Urdiales)
Otoño en Cantabria: paseando entre gigantes en el Bosque de Secuoyas
Mi siguiente parada será Cabezón de la Sal. En mi mente está un bosque de secuoyas y unas cascadas, hasta cuatro, que se encuentran señaladas en mi mapa fotográfico, pero antes me detengo en el Café con Palabras, una librería de dos plantas en el corazón histórico que no deja indiferente por su amplia oferta: desde una exposición a una extensa colección de antigüedades donde saborear, rodeada de arte, un estupendo café. Disfrutando de este momento puedo tranquilamente observar las dos rutas que me llaman.
La primera es el Monumento Natural de las Secuoyas del Monte Cabezón, a la que llego a pie de la carretera Ca-135 y que cuenta con un cómodo aparcamiento al inicio de esta ruta, cuyo acceso es libre.
Arranco mi recorrido por el sendero acondicionado y a los pocos minutos ya se me empieza a llenar el alma de emociones. ¡Ay, si yo pensaba que estos milenarios árboles solo se podían ver en Estados Unidos! Y resulta que 843 de estas maravillas gigantes (Sequoia sempervirens), de casi 40 metros de altura, están en este rincón cuyos colores y luz me atraen enormemente.
Durante el recorrido hay bancos naturales que me invitan a sentarme en silencio, respirar y mirar hacia arriba. Abrazarme a uno es algo que me llena de alegría, pero no alcanzo a abarcar los casi dos metros de perímetro. Un paseo perfecto para disfrutar del bosque en otoño, sin grandes dificultades.
Casonas de cuento en Barcenillas y una ruta con cuatro cascadas
La segunda ruta, también muy cerca de Cabezón de la Sal, está camino de Reinosa. Nos detendremos en Barcenillas, dentro del valle de Cabuérniga, donde dejaremos el coche y justo enfrente tenemos paneles explicativos.
Antes me paseo por el pueblo hablando con las vecinas que me regalan unas raíces para plantar. Lo llaman el pueblo de las Casonas: las casas de piedra, llenas de tiestos con flores, conservan huerto y corral y son dignas de visitar. Mi cámara se vuelve loca porque cada rincón es una postal. Esta excursión de bocata es perfecta para todo el mundo.
Seguimos una pista principal paralela al arroyo donde nos encontramos una fuente de agua. El bosque de ribera, con castaños, avellanos y servales, llena el recorrido de frutos caídos para apañar, una de mis cosas preferidas en esta época del año.
Cuando llegamos al poste que pone Cascada de Úrsula descendemos y empezamos a encontrar una detrás de otra las cuatro cascadas y me detengo en cada una de ellas a sentir el agua al caer. Son momentos de sensaciones, mientras las hojas caen.
Haciendo noche en el Albergue Cabueriaventura y planeando la escapada hacia Liébana y su entorno, en la frontera con Asturias, termino mi día.
Potes, Capital Rural 2020: una parada en la Villa de Los Puentes
Potes es mi ultima parada de esta escapada. Uno de los sitios mas turísticos del valle del Liébana. Desde allí visitaré, cerca del desfiladero de la Hermida, la ruta mitológica del monte Hozarco y el mirador de Santa Catalina.
Potes ha sido elegida «Capital rural 2020» y allí se unen los ríos Deva y Quiviesa que nacen en los Picos de Europa. Ha sido declarado Bien de Interés Cultural en 1983 por su casco histórico impresionante. Sus calles empedradas, llenas de recuerdos y productos típicos, lo hacen un pueblo con muchísimo encanto.
No le falta de nada y me paro en La casuca del puente a tomar una infusión reconstituyente. No conozco turista o viajero que no se haya detenido en su fachada que te saca una sonrisa con carteles como este en un cristal que rezan «hay una sonrisa debajo de tu nariz, úsala”.
Sigo adentrándome en comercios y tiendas tan antiguos como Los Camachos, visitando la bolera o tomándome un orujo lebaniego pa entonar el frio. Aquí si me detengo. La torre del infantado que tras ser rehabilitada se usa para exposiciones.
La Villa de los Puentes, como es llamada, bien merece visitarla para llevarte un té del puerto y un paseo con mucha historia.
Paseando por un bosque de fábula en Hozarcos y tocando el cielo en Santa Catalina
El último recorrido, en pleno corazón de los Picos de Europa, es el que más ilusión me hace. Me vuelvo niña al pensar en esas figuras, llamadas la “oyancana”, “el arguetu”, el “musgoso” o el “caballuco del diablo”, que te encuentras en la Senda Mitológica de Hozarco, en Peñarrubia, y a la que accedes desde el Desfiladero de la Hermida, bien llamado una de las 10 carreteras mas espectaculares del mundo por sus curvas. En el pueblo de Linares en poco llegarás a la ermita de Santa Catalina, donde se puede dejar el coche. Te adentras inmediatamente en un trazado de dos kilómetros ascendentes con muchas sorpresas que te harán reír y soñar.
En el bosque Hozarcos, entre robles y hayas cuyos colores avivan el camino, las criaturas que son quince personajes de la mitología cántabra, creadas en fibra de vidrio y madera por el artista Fran Querol, son tus compañeros hasta llegar al mirador de Santa Catalina, uno de los sitios más impresionantes, en donde a tu alrededor vuelan buitres, águilas y donde, a una altura vertiginosa de 700 metros y puedes asomarte para ver los picos mas altos de la zona en un balcón impresionante.
Ahí, durante un tiempo, me siento a contemplar con los prismáticos el planeo de las aves. Mientras la niebla baja en las montañas saco mis ultimas fotos sin duda las mas llamativas de mi álbum, esas de las que luego puedes vacilar diciendo “mira, mira que pico me subí sin apenas esfuerzo”. Una gran ventana a la montaña.
La autora: Mercedes Menéndez es fotoperiodista y fotógrafa documental. Ha trabajado en varios medios de comunicación y agencias. Dentro de la profesión le interesan especialmente los temas sociales. Combina sus pasiones en la vida con la montaña y los viajes ocasionales.