En Lanzarote se encuentra la Bodega El Grifo, la más antigua de Canarias y una de las más longevas de España.
El Grifo es una de las bodegas pertenecientes a la Denominación de Origen Lanzarote, que agrupa a 19 bodegas.
Una visita a esta bodega, situada en el municipio de San Bartolomés, en la carretera de La Geria a pocos kilómetros del Monumento al Campesino, nos permite descubrir el interesante Museo del Vino de la Bodega El Grifo. Ubicado en la bodega primitiva de 1775, es un lugar en el que se conservan muchos útiles antiguos con los que conocer la evolución de los procesos de producción del vino desde el siglo XVIII hasta finales del XX.
Un paseo por la historia del vino
Nada más entrar nos encontraremos con el lagar cubierto original y la prensa de viga, que se utilizaba para sacar el mosto de la uva.
Encima del lagar de la entrada encontramos un curioso taller de tonelería, réplica del taller del Sr. Rafael Corujo, con todos los materiales y herramientas que usaba para construir los toneles y el suelo cubierto de serrín.
Un paseo entre sus diferentes salas nos traslada a un viaje por la historia del vino en la isla en los últimos tres siglos.
Al final de esta sala, de anchos muros de piedra y techos de vigas de madera provenientes de desguaces de barcos, encontramos la inscripción original de la fundación de la bodega por parte de D. Antonio de Torres Ribera en 1775, y al otro lado de la puerta, en una habitación que nos traslada a otros tiempos, un alambique de cobre de la época.
Esta bodega ha pertenecido a tres familias y desde 1880 es propiedad de los descendientes de D. Manuel García Durán. Los actuales propietarios son los hermanos Juan José y Fermín Otamendi Rodríguez-Bethencourt, quinta generación de esta saga.
Terminamos la visita con un paseo por la biblioteca, que atesora más de 4.000 volúmenes dedicados a la agricultura canaria, la gastronomía y la viticultura.
Las viñas centenarias de la Bodega El Grifo
Abandonamos el museo y atravesamos el patio que nos lleva al jardín de cactus y los viñedos para seguir con el recorrido. De camino, nos fijamos en la casa de la familia propietaria, excelente ejemplo de la arquitectura local.
Seguimos el camino de la izquierda, marcado por mojones blancos, que nos llevan a los chabocos, o cavidades escavadas en la lava, en las que están plantadas viñas viejas de moscatel, algunas de ellas del siglo XIX. Y es que si hay algo que hace especial a los viñedos en Canarias, es que muchos de ellos son bicentenarios ya que a las Islas no llegó la filoxera, el parásito que destruyó la mayoría de los viñedos europeos.
Los chabocos son muy curiosos y muestran la fragilidad del suelo volcánico cuando hay bolsas de aire debajo. Esas oquedades se han convertido en un soco perfecto para estas vides de tallos secos y ásperos que se confunden con los cordones de lava que las rodean, y para algunas aromáticas higueras.
La visita al museo y a los viñedos se puede hacer por libre o con guía, como la visita a la bodega. Pero todas tienen un broche de oro final, la degustación de los premiados vinos de El Grifo.
¿Quieres descubrir la historia del vino de Lanzarote?