Mis restaurantes favoritos en Las Palmas de Gran Canaria

Restaurantes en los que comer rico en Las Palmas de Gran Canaria hay muchos, muchísimos. Neodimio 60, Lucira, Bululú, Bevir, La Dolce Vita, Deliciosa Marta, 1478 Restaurant, Qué Leche, Pícaro, La Butaca de Betty, Hito, Fuji, Hestia, La Picantina, Kano’s… La lista puede parecer larga, pero son muchos más. Hoy no me voy a detener solo en lugares en los que se come bien, en esta ocasión hablaré de aquellos en los que, además, me siento bien. Sitios en los que su personal se desvive por hacerte sentir como en casa, en los que se saben tu nombre y tus gustos, lugares en los que siempre deseo estar.

Mi selección de restaurantes en Las Palmas de Gran Canaria

Neodimio 60:

Sin duda uno de mis restaurantes preferidos, por no decir mi favorito directamente. Su carta, que cambia cada mes, siempre me sorprende. Con un absoluto respeto al producto, siempre tiene un toque de riesgo. Algo que valoro mucho a la hora de acudir a un restaurante es que no solo te ofrezca buena comida, sino que sea una experiencia completa. Al tener una carta tan cambiante, no te puedo recomendar algo en concreto, solo que si son cuatro, pidan todos los platos y se dejen llevar por un exquisito viaje de sabores. Y si es acompañado de uno de los cócteles de la casa, mejor. En la zona Puerto de la ciudad, este pequeño restaurante de mesas altas te convencerá. 

Lucira:

Otro de los lugares que ha conquistado mi estómago y mi corazón a la vez. Lucira nació del sueño de dos jóvenes chefs amantes de la gastronomía y los viajes. De ahí que nos propongan un recorrido alrededor del mundo a través del paladar. Transformando, por ejemplo, la tradicional sopa tailandesa Tom Yum en una croqueta. Sus gyozas gratinadas (ahora también las hay sin carne) o su saam de panceta te harán viajar desde su terraza o sin moverte de tu domicilio. Digo domicilio, porque la situación actual les ha llevado a dedicarse por completo en estos momentos al delivery, y la experiencia en casa sigue siendo magnífica. 

Bululú:

Siempre lo recordaré como el lugar en el que probé mis primeros patacones. Fue otro amor a primer bocado. Desde que conocí este pequeño y desenfadado local con toques venezolanos en la calle Venezuela, no he dejado de ir recurrentemente. Cuando comenzaron a enviar a domicilio durante la crisis, fui de de las primera en pedir y, desde que abrieron, de las primeras en reservar. Aquí la carta no cambia tanto. Es de esos sitios en los que sabes lo que vas a pedir de antemano. Su vuelve a la vida, sus pollitos lacados, sus patacones, su humus de berros…Todo está delicioso. 

La Butaca de Betty:

Llevo persiguiendo a Betty desde hace años. Desde que comenzó en Tafira, hasta que se mudó a Las Alcaravaneras, pasando por el Cafetín en Luis Doreste Silva y de ahí a su Butaca actual en la Alameda de Colón. Sus lacitos de pasta con aguacate y langostinos me vuelven loca. Es de esos platos que cuando los pides para compartir, algo en tu interior te dice que lo tenías que haber pedido para ti sola. También sus lumpiangs, la flor de calabaza cuando la hay fuera de carta, las costillas de cochino negro, el trigo caldoso, el ceviche… Madre mía, se me hace la boca agua solo con recordar su cocina. Betty ha sabido combinar a la perfección el modo de cocinar de su Filipinas natal con el producto y los sabores de la tierra que la acoge, Canarias. Y Javier, en sala y en la carta, los describe a la perfección. 

La Otilia:

De comida casera. Su ensaladilla merece una visita, pero, sobre todo, su ambiente. Con algunas pinturas masónicas aún conservadas, esta vinoteca ofrece una de las sensaciones más acogedoras de la ciudad. El entorno es una maravilla, en la plaza de San Antonio Abad, en pleno corazón de Vegueta, el casco histórico de la ciudad. No hay toques modernos ni en la cocina, ni en la decoración, pero sí una cuidada selección de vinos, una magnífica atención y un lugar con reminiscencias pasadas que te enamorará. Al menos así me ha pasado a mí y a un grupo de amigas que solemos ir alguna tarde a charlar tomando algo rico y disfrutando de las exposiciones temporales que suelen acoger. 

Zoe Food:

Este precioso restaurante de grandes ventanales, en una de mis calles preferidas de la ciudad, Pérez Galdós, es tu lugar si deseas cuidarte. En él encontrarás una enorme oferta de platos veganos y ecológicos. Ideal para almorzar  (tienen menú del día) pero también para desayunar o merendar algún pecado algo más saludable de lo habitual. Sus tostas, bagels y repostería son una delicia. Además, es uno de los pocos lugares en los que puedo tomarme una Fritz Kola, bebida a la que me aficioné en un viaje a Berlín. Su personal, siempre atento y feliz, hará lo posible para que disfrutes de un rato agradable en su encantador rincón de la ciudad, muy cerquita de la calle Mayor de Triana, una de las principales áreas comerciales abiertas de la capital grancanaria. 

Llévame al huerto:

Otro de los lugares en los que te miman. Aunque en este caso puedes comer carne, marisco o pescado, también tiene una amplia oferta de opciones vegetarianas. Este precioso y coqueto restaurante se encuentra en una de las calles peatonales con más vida gastronómica de la ciudad, en Ruiz de Alda, en la zona Puerto, muy cerquita del área comercial de Mesa y López. Un lugar en el que comer gustoso y sano, con una carta repleta de opciones que miman tu salud pero sin prescindir del sabor. Últimamente me he enganchado a sus donuts healthy.

Travesía del Puerto:

Ya conocía la Travesía de Triana cuando su hermana del Puerto llegó a mi calle. No imaginan mi alegría. Su olor al pasar, el ambiente que suele haber en su interior, y sus platos, llenos de sabor, me llaman y solo tengo que caminar unos metros para llegar a uno de mis lugares preferidos. Sus verdinas con salchicha mano de hierro, su pulpo a la brasa, sus huevos rotos, su secreto, su atún en múltiples formas, sus setas con yemas…, creo que todo está delicioso en ese pequeño local de mesas altas situado en la calle Secretario Artiles. Y, una vez más, la atención es uno de los elementos que te hace querer volver y volver. 

Siboney:

Una casa de comidas, como sus propietarios la denominan, que se acerca al concepto de tasca clásica pero con un enorme mimo en su decoración. Me encanta el detalle del cuadro en el que se ve cómo proyectaron el local. Puedes estar viendo a la vez el proyecto como idea y la realidad. El local es muy pequeñito, aunque tiene terraza, pero tremendamente coqueto y acogedor. Su cocina es ideal para esos días en los que buscas algo rico pero nada rebuscado. Su ensaladilla es simplemente espectacular y también lo son sus natillas, así que intenta guardar un hueco para el postre. Ah, está al ladito de Las Canteras, la playa urbana más grande de la ciudad. 

Hestia:

Es uno de los más recientes, pero me ganó desde el inicio. La primera vez que fui me encantó, y como todo lo que me gusta, lo fui recomendando. Ya me tenía convencida pero la segunda y la tercera vez, en las que pedimos la tabla de quesos y el chef salió a narrarnos el porqué de su selección, ya me terminó de atrapar. Cuando escuchas a alguien hablar de lo que le apasiona y conectas con esa emoción por lo que hace, la experiencia cambia, se hace más cercana, más íntima. Su cocina es excepcional y su tarta de queso la mejor que he probado. Si tuviera que destacar un plato, sería la alcachofa confitada sobre crema de jamón ibérico con gambón y su crujiente. Impresionante. 

La Picantina:

Mi primera vez en este restaurante fue en su primer local de solo tres mesas. Fui sola porque a mi chico la comida mexicana no le llamaba mucho la atención. Cuando lo probé, me llevé a casa un poco porque tenía la intuición de que cambiaría de idea. Hasta el momento habíamos probado más bien cocina tex-mex, pero los platos de La Picantina son otra cosa. Sus preparaciones caseras sí que nos convencieron. Su mole poblano o su chile con carne nos hacen volver recurrentemente a este local de la zona puerto. 

Mis favoritos para el aperitivo

Y no quiero finalizar sin dejar un hueco para el aperitivo, algo que no es tan usual en las islas pero algunos locales han decidido ofertar, y yo me apunto. 

Valentina:

Su fachada de madera turquesa con su nombre en rosa pintado a mano no te dejará indiferente. Tampoco su interior, tan pequeño y tan cuidado en su estética a la vez; hasta el baño te sorprenderá. No te desvelaré mucho para no hacer spoilers. Sin duda es uno de mis lugares preferidos para tomar algo y uno de los más fotogénicos de la ciudad. Situado en la calle Ferreras, a dos pasos de la magnífica playa de Las Canteras, encontramos probablemente el local más coqueto de la capital grancanaria. “La primera tabernita a la madrileña de Canarias”, como la llaman sus dueños, es el lugar ideal para tomar algo antes de comer o de cenar o simplemente disfrutar de una copa. El local en sí es la experiencia. 

La ventana del mercado:

Nos vamos ahora a una oferta muy distinta. Un local modesto donde el mimo está en el trato y en el producto, sin mucho adorno. Un lugar en el que adoro estar. Si quedo para desayunar o tomar un aperitivo, casi siempre opto por esta pequeña ventana situada en uno de los laterales del Mercado Central. Sus tostas de aceite y tomate, sus bocatas de jamón, de salchichón o sobrasada…, regados con un vermú o, en mi caso, un refresco, son una de mis opciones preferidas. 

Talleres Palermo:

Te puedes tomar un spritz, unos nachos, algo de street food o una copa por la noche, pero el verdadero encanto de Talleres Palermo es el espacio en sí. Un antiguo taller de carpintería convertido en uno de los locales más llamativos de la ciudad. Cuando entras en él, sientes que has viajado y ya no estás en Las Palmas de Gran Canaria. Un espacio muy diferente a la oferta que suele haber en la ciudad. En la planta a pie de calle, convive un bar con una tienda de muebles recuperados. De hecho, prácticamente todo lo que veas, está en venta. El local suele acoger además eventos y celebraciones. Y en la parte alta hay un espacio co-working, salas para reuniones y conferencias…, un espacio polivalente del que podrás disfrutar en la zona de Guanarteme. 

El mercado del Puerto:

En un edificio declarado Bien de Interés Cultural, ejemplo de arquitectura modernista en hierro forjado, encontramos el primer gastromercado de Canarias. Un lugar ideal para el aperitivo, para comer o para cenar en sus múltiples puestos de comida de medio mundo. La oferta es amplísima y lo ideal es probar más de uno. Picar aquí y allá en los que más te apetezcan. A mí me encontrarás, sobre todo, en El Camarón (pescado y marisco), en Skandi Tapas (productos escandinavos), en Cachuk (cocina italiana) o en Bocado Ibérico tomándome un lomito. Ah, y en el puesto de los salazones Moro&Martín, que es una de mis debilidades. 

Y solo mencionar muy brevemente algunos más para antojos concretos. Si eres amante del queso hay un pequeño local en la zona de Guanarteme que tiene más de sesenta variedades. Se llama Cheese, no hay pérdida. Si el cuerpo me pide unos boquerones al limón, La Bulla es mi sitio. Y si me pide Ramen, Don Don Ramen. Para cocina japonesa Hito, Fuji o Amaki (dependiendo de la ocasión), cuando busco vistas al mar, La Macarena, y si el antojo es de tacos, Pinxe. Y para esos viernes que mis amigas y yo queremos fish and chips, nuestro lugar es La Pejiguera. Tiene más cosas ricas y seguro que hay más locales que tienen ese plato en sus cartas, pero este es el nuestro.  Buen provecho.

Lucía Martínez, periodista, fotógrafa y editora del blog De andar por casas. El blog nació hace años, en un principio sobre decoración, y hoy en día está dedicado esencialmente a potenciar los negocios locales de Las Palmas de Gran Canaria.

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