La naturaleza de Lanzarote era la mejor obra de arte para César Manrique, el artista multidisciplinar que transformó la isla de Lanzarote en un destino turístico donde el arte y el paisaje se dan la mano. En 1974 llevó a cabo una de sus obras más emblemáticas, el Mirador del Río. Un impresionante mirador mimetizado en la cima de los Riscos de Famara.
Una discreta entrada en piedra volcánica nos lleva a un amplio espacio en blanco con dos grandes «ojos» que miran a La Graciosa y al resto de islotes del Archipiélago Chinijo. La vista y las formas orgánicas son las protagonistas de este espacio.
La impresionante escultura que cuelga sobre nuestras cabezas hace de contrapunto a la piedra volcánica de la chimenea y a las piezas de cerámica tradicional que decoran la estancia. Tomarse un café con estas vistas no se olvida fácilmente.
Pero lo mejor nos espera fuera. Si nos asomamos a la barandilla exterior, podremos disfrutar de la impresionante ladera que baja hasta la playa del Risco y las Salinas de Guza, las más antiguas de Canarias.
La franja de mar que separa Lanzarote de La Graciosa es conocida como el Río. Este es el trayecto que hacían las mujeres de los pescadores de La Graciosa para vender su pescado en Lanzarote. Cruzaban el «río» en barca y subían caminando desde la playa por el Camino de los Gracioseros, en la empinada ladera, cargadas con sus pesadas cestas para venderlo en Haría.
Cuando bajaban, encendían una fogata en la playa (donde cada una tenía su lugar asignado) para avisar a los maridos que ya estaban listas para regresar a casa. Y entonces ellos venían a recogerlas.
Si podemos dejar de mirar la preciosa estampa que tenemos delante y nos fijamos en el exterior del mirador, nos daremos cuenta que está recubierto con piedra volcánica. Llama la atención lo mimetizado que está el mirador en el entorno, siendo casi imposible identificarlo desde la otra orilla.
Los «ojos» del mirador son dos inmensos ventanales dispuestos de forma que obtienen una vista panorámica y actúan como marco a esta vista impresionante. El mirador es también un claro ejemplo de la la integración del exterior en el interior que podemos encontrar en las obras de César. Estas grandes aperturas hacen que te sientas parte del paisaje.
Pero aquí no ha acabado la visita. Si subimos al siguiente nivel, descubriremos una tienda en la que comprar recuerdos y un agradable rincón en el podemos comtemplar, de nuevo enmarcada por una estratégica ventana, el volcán de la Corona. Seguimos subiendo las escaleras hasta un segundo mirador, con unas vistas que dejan sin palabras.
Después de sacarte todos los selfies que requiere un lugar así, puedes seguir explorando la zona.
Puedes aprovechar tu visita al Mirador del Río para hacer una ruta por el Volcán de la Corona, bajar caminando hasta la playa del Risco, visitar el pueblo de Haría y la casa- museo de César Manrique o seguir descubriendo la obra de Manrique en los Centros de Arte,Cultura y Turismo de la zona norte: Los Jameos del Agua, La Cueva de los Verdes y el Jardín de Cáctus.
Agradecimientos: Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo de Lanzarote.