Si hay un nombre que esté asociado a Lanzarote ese es el de César Manrique. El artista multidisciplinar que tomó su isla natal como fuente de inspiración para su obra y como lienzo en el que plasmar su arte a través de sus intervenciones en el paisaje. Arte/paisaje, paisaje/arte.
La mano y la mirada de César están por toda la isla. Visitar Timanfaya, los centros de arte y cultura que llevan su firma, la Fundación César Manrique o su casa-museo de El Palmeral en Haría, son imprescindibles para cualquier persona que visita Lanzarote. Pero ¿por qué no comenzar este viaje descubriendo qué es lo que le inspiraba a él de Lanzarote?, ¿qué es lo que fascinó a César de esta isla volcánica para convertirla en el epicentro de su creación y en un referente a nivel mundial?
Hoy les invito a que jueguen conmigo: vamos a mirar la isla con los ojos de Manrique. Una mirada inquieta y curiosa que invita a jugar y a descubrir. La mirada de un artista visionario que vió el diamante en bruto que tenía ante sus ojos y que supo contagiar su pasión y su visión a los demás para convertirla en una realidad.
La isla ha cambiado mucho en este último siglo. El Lanzarote de hace cien años, en el que César Manrique nació, era muy diferente al que conocemos ahora. Lanzarote era una isla pobre, que padecía grandes sequías, aislada, con un paisaje difícil y agreste, y con una economía de subsistencia basada en la pesca y la agricultura.
A pesar de la transformación que ha sufrido la isla desde los años 70, con la llegada del turismo, muchos de los elementos y lugares que sirvieron de inspiración a César siguen presentes, gracias a su labor de concienciación y preservación. Vamos a descubrirlos.
Arrancamos nuestro road trip conejero a bordo de un coche customizado por Manrique, para que se nos vaya impregnando su esencia mientras surcamos la isla en busca de aquellos lugares y elementos que le marcaron y que trasladó a su obra.
César mantuvo siempre muy vivo a su niño interior, así que comenzaremos este viaje visitando los lugares en los que recibió sus primeras influencias en la infancia y primera juventud.
El Charco de San Ginés, sabor marinero
Nos dirigimos a Arrecife, al Charco de San Ginés, el barrio marinero de la capital de la isla, junto al que pasó César parte de su infancia. Contemplando las barcas de pescadores que allí descansan y los reflejos de las chalanas en el agua, podemos imaginar al niño César observando con curiosidad a los pescadores de pieles curtidas cuando llegaban con sus barcas cargadas de pescados y mariscos, y como sus ojos iban registrando colores y formas con las que construir inconscientemente su imaginario.
Famara, el despertar de la sensibilidad
Si hay un lugar importante en la vida de César, para el descubrimiento de la naturaleza y el nacimiento de una infatigable curiosidad e inquietud artística, esa es la Playa de Famara, al norte de la isla.
“Una parte importante de toda mi infancia fue cuando con mis padres íbamos a pasar los veranos al norte de la isla de Lanzarote, a un pueblito pequeño de pescadores que se llama la Caleta de Famara. Ahí jugaba continuamente en la playa: haciendo dibujos, esculturas, ejercicios, observando a los pájaros, a los pequeños peces que llamábamos cabosos, por la noche las estrellas y para mí era un continuo espectáculo donde realmente estaba continuamente asombrado ante el enorme espectáculo que me estaba dando la propia naturaleza. Para mí esto ha marcado el resto de mi vida ya que toda la influencia que tengo en mi pintura y en mi quehacer ha sido la influencia directa de todo lo que me dio como lección la madre naturaleza.”
Cesar Manrique (Fundación César Manrique)
La familia Manrique construyó su casa de veraneo al borde del mar, en el pueblo de La Caleta, cuando en este sólo había almacenes donde los pescadores guardaban sus barcas. Su padre, don Gumersindo Manrique, comerciante aficionado a la fotografía, construyó una casa diferente a las de la época, con un gran ventanal que enmarcaba la vista al imponente Risco de Famara. Encuadrando el paisaje, como haría César tantas veces en su obra.
En esa playa interminable y desierta corría con sus amigos, sintiendo el viento en la piel y la libertad. Descubría con su mirada curiosa los jallos que traía la marea, las curiosas formas de las conchas y de las diferentes criaturas marinas que se enredaban en las nasas de los pescadores; los colores de las algas y los diferentes tonos que tomaba el risco a lo largo del día, mientras se embriagaba con el olor a mar… Naturaleza en estado puro.
“Mi capacidad de observación era constante en esos veranos del norte de la isla con intenso sol, de mis días infantiles en La Caleta”
César Manrique. «Escrito en el Fuego» (1988)
Si queremos disfrutar de la playa desierta, tal y como la disfrutaba César, tendremos que madrugar o ir a última hora de la tarde, ya que a lo largo del día se va llenando de bañistas y surferos. Pero la playa es muy grande y hay sitio para todos. Un paseo hasta el final de la playa de Famara con marea vacía es una de esas experiencias que te tienes que llevar de la isla.
Con los pies aún llenos de arena y la piel ensalitrada, seguimos nuestra ruta. Esta vez en busca de los colores que le inspiraban.
“En toda mi pintura para mí el color es importantísimo y sobre todo la materia, por influencia directa de la vulcanología de Lanzarote. Los colores donde tengo mayor influencia o que posiblemente sean los que más me agraden son el negro por influencia directa del picón volcánico, el rojo del Parque Nacional de Timanfaya cuando el sol está radiante y también el blanco inmaculado de la arquitectura popular de la isla de Lanzarote.”
César Manrique (Fundación César Manrique)
La Geria, un paisaje singular
Un ser sensible como César no podía pasar por alto la singularidad del entorno en el que vivía, el paisaje volcánico.
“Ya el haber nacido en esta quemada arqueología de cenizas, en medio del Atlántico, condiciona cualquier ser medianamente sensible. Toda influencia que supone este escenario que ha rodeado mi infancia, se ha manifestado sucesivamente en toda mi plástica, con gran libertad de expresión, como la misma y brutal superficie de la isla”
César Manrique. «Lanzarote, arquitectura inédita»
Este paisaje dramático domado por la mano del hombre es una de las razones por las que Lanzarote es Reserva de la Biosfera de la Unesco.
La Geria de Lanzarote, es un buen lugar para recrearse con el color negro de Manrique. Ese paisaje mágico en el que las parras crecen en hoyos escavados en el rofe o picón, protegidas de los vientos alisios por muros de piedra volcánica. Un ejemplo de la sabiduría innata de los campesinos de Lanzarote que encontraron por casualidad un sistema de cultivo muy eficaz escavando las cenizas volcánicas que habían cubierto sus fértiles campos de cultivos de cereales tras la erupción de Timanfaya.
Este paisaje tan singular despertó su nostalgia en su etapa en Nueva York. César sintiendo morriña de su isla pinta un cuadro que titula La Geria.
La carretera de La Geria está jalonada de bodegas donde se producen exquisitos vinos de las uvas locales: malvasía volcánica, diego, listán blanco y negro, y moscatel de Alejandría. Puedes visitarlas y degustar los ricos caldos locales, o también puedes sentarte a disfrutar de este fascinante paisaje desde la terraza de el El Chupadero. Pierde la vista en este paisaje único en el mundo con una copa de vino en la mano. Si llegas un domingo al caer la tarde, podrás disfrutar también de jazz en directo mientras se pone el sol.
Timanfaya, el reino del fuego
De los paseos por Timanfaya, se impregnó de la amplia variedad de rojos que lucen las Montañas del Fuego con los cambios de la luz del sol, y de las texturas, formas y tonos del material volcánico que luego trasladaría a su obra plástica. Un paisaje primigenio que remite a la creación del mundo.
Para disfrutar de esta paleta de colores podemos recorrer la Ruta de los Volcanes del Parque Nacional de Timanfaya en guagua (es la única manera de hacerlo), pero si queremos apreciar los detalles tendremos que bajarnos y caminar.
Un paseo a pie por alguno de los senderos que recorren el Parque Natural de los Volcanes o en una de las rutas que organiza el Centro de Visitantes del Parque Nacional de Timanfaya, nos permitirá fijarnos en todos las formas y colores que oculta la piel volcánica de Lanzarote: un liquen naranja, una piedra de olivina incrustada en una roca, las trenzas que forman las coladas de lava. ..Secretos que sólo se descubren cuando te acercas, te agachas y observas con mirada curiosa. Pasa tus dedos por las rocas y descubre texturas increíbles que reconocerás en sus cuadros.
La arquitectura sin arquitectos
Si hay algo que nos llamará la atención en nuestro recorrido por la isla, son sus pueblos blancos que contrastan con su dramático paisaje.
La cal albea las casas de Lanzarote, ilumina el paisaje volcánico, repele el calor y hace que resalte la “arquitectura sin arquitectos” de la isla. Obra de los constructores de la isla: los campesinos, hombres sabios por naturaleza a los que César tanto admiraba.
César recorrió los campos de Lanzarote en su infancia con su padre, al que le gustaba hablar con los campesinos y fotografiarlos, y siguió recorriéndolos y aprendiendo de ellos en su vida adulta, mientras los animaba a mantener sus casas bien albeadas y a valorar el patrimonio y el paisaje.
En esos paseos descubriría la arquitectura sencilla, eficiente y armónica que hace única a la isla. Las casas de los campesinos, estructuras cúbicas alrededor de un patio, bajo el que se almacenaba el preciado agua en los aljibes. Casas humildes adornadas con curiosas chimeneas, influencias de las distintas ocupaciones de la isla. Elementos que documentaría en 1974 en su libro “Lanzarote. Arquitectura inédita”, en el que recogería todos los elementos característicos de la arquitectura isleña que pugnaba por conservar para preservar la esencia de la isla ante el progreso inminente que traería el turismo.
…» Era necesario a través de la orientación que se tomara de este libro, evitar la destrucción de cada viejo muro, de cada distribución, de cada vivienda donde el tiempo haya dejado rastro histórico.
Su desaparición borraría para siempre un pasado lleno de sentido y de sabiduría aprendida por experiencia de siglos en observación y necesidad de su clima, de su latitud, de su viento, de su luz y de un increíble paisaje que determinaban un resultado de maneras de hacer, que no se puede improvisar en un corto espacio de tiempo.»
César Manrique, «Lanzarote, arquitectura inédita» (1974)
En cada pueblo por el que pases puedes recorrer sus calles mirando hacia sus tejados, en busca de sus curiosas y variadas chimeneas, u observando sus blancos techos a dos aguas. Fíjate también en las puertas y ventanas, en los curiosos campanarios de las iglesias y ermitas y en sus inmaculadas fachadas, en las eras que recogen el agua, en los hornos de leña, en los palomares…
Pero César no sólo fotografió las casas de los campesinos, también recogió en su libro la arquitectura señorial, religiosa y la militar de la isla.
Y si hay un pueblo en el que podrás disfrutar de una completa muestra de arquitectura popular esa es la Real Villa de Teguise, capital de la isla desde el siglo XV hasta mediados del XIX.
«Teguise, el más anciano pueblo de las islas, con su raigambre, con su solera, con su gran belleza de viejas texturas, acostado al pie del carcomido volcán de Guanapay, en donde al borde se su cráter se asienta el castillo guardián»
César Manrique. «Lanzarote, arquitectura inédita» (1974)
Si quieres disfrutar de un plácido paseo por sus calles empedradas que te harán viajar en el tiempo, evita el domingo, día en el que se celebra el mercadillo que atrae a cientos de curiosos. Cualquier otro día Teguise será sólo para tí, para que puedas contemplar algunos de los inmuebles que César incluyó en «Arquitectura inédita», como la casa de los Spínola, la antigua Cilla o el edificio que alberga hoy en día el Hotel Boutique Palacio Ico. Haz una parada en su restaurante y elige una de las ventanas que dan al patio para que puedas deteitarte con la belleza de los detalles arquitectónicos de su interior mientras disfrutas de su comida.
Si subes hasta la cima del volcán Guanapay podrás disfrutar del Castillo de Santa Bárbara, que hoy alberga el Museo de la Piratería y desde el que obtendrás unas vistas panorámicas del municipio de Teguise.
Terminamos nuestro recorrido en busca de un elemento que nos ha estado acompañando en nuestro viaje…
El viento, el cincel de la isla
El viento es ese elemento invisible y omnipresente que suaviza las curvas del paisaje de Lanzarote, que hace balancearse a las palmeras solitarias que pueblan los campos lanzaroteños, amenaza a los cultivos y refresca las noches conejeras.
El viento que desordena las peinadas salinas de Janubio. El que arrastra el salitre hasta la orilla y hace que huela a mar.
El alisio que mueve las dunas que protegen Famara y que tiñen de ocre el paisaje del jable en donde crecen las batatas.
El viento al que dan la espalda las casas buscando el soco. El que mueve las aspas de los molinos y expande el olor a gofio.
«Frente a los mares de lava de formas infinitas, el viento mueve las aspas con olor a gofio molido»
César Manrique. «Lanzarote, arquitectura inédita»
El viento que te despeina y te pone la piel de gallina. El viento que te susurra día y noche. El que te cautiva y te envuelve. El viento para el que César creó juguetes.
Aparcamos. Hemos llegado a nuestro destino. Con la mirada repleta de texturas, colores, lugares y sensaciones.
Aquí acaba nuestro viaje. Ahora te toca a tí continuarlo y seguir descubriendo qué creó Manrique con esta materia prima.
Agradecimientos:
Carlos Matallana. Gracias por las historias y los libros.
Fundación César Manrique.
Cicar.
Puedes seguir descubriendo la obra de César Manrique siguiendo la ruta que diseñó Alejandro Scarpa, autor del libro «César Manrique, acupuntura territorial en Lanzarote«.
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Beatriz says:
Magnifico reportaje!
CanariasViaja.com says:
Gracias, Beatriz,
Nos alegra mucho que te haya gustado.
fernando says:
Alucinado me he quedado! Tanto con las fotazas como con el texto! Ganas de redescubrir la isla y a uno de los primeros arquitectos que me hicieron pensar en el arte y la estética dentro de algo técnico.
Viva Cesar Manrique!
CanariasViaja.com says:
Hola Fernando,
Nos alegra mucho que te haya gustado el artículo. Te animamos a que regreses a Lanzarote y sigas descubriendo la isla y la obra de César Manrique.
Barbara Hendriks says:
Un artículo muy hermoso y diseñado con mucho amor, con información muy interesante y cuidadosamente investigada.
Muchas gracias por la mención amistosa.
Saludos cordiales
Barbara Hendriks
El Chupadero
CanariasViaja.com says:
¡Nos alegra mucho que hayas disfrutado con el artículo, Bárbara!
Fátima Gómez says:
Enhorabuena Patricia por el artículo sobre Lanzarote. Precioso todo !!!
Patri Cámpora says:
Muchas gracias, Fátima!! Viniendo de una persona con tan buen ojo, es un buen piropo!
Domingo de la Rosa Camejo says:
Felicidades por este reportaje!!..En pocas fotos y palabras, habèis plasmado con la mayor fidelidad y certeza lo que supuso para Cèsar su querida Lanzarote.Enhorabuena!.
CanariasViaja.com says:
Muchas gracias, Domingo,
Nos alegra mucho que te haya gustado. La mirada de César era única.