Gran Canaria, cita con una bella desconocida (II)

[Viene de Gran Canaria cita con una bella desconocida (1ª Parte)]

Continuamos este pequeño viaje por carretera por Gran Canaria, esa bella desconocida que me ha seducido para que la descubra. Una aventura de un solo día que me llevará a cruzar la isla de sur a norte, en busca la belleza de su interior, de sus montañas sagradas y del Risco Caído.

Fataga, el valle de las Mil Palmeras

Dejo atrás Arteara. Fataga me espera. Un coqueto pueblo de cuidadas casas blancas y tejados a dos aguas, adornadas con macetas de coloridas flores y con miradores desde los que los vecinos disfrutan de las vistas de las montañas que la rodean.

Situado en la parte alta del Valle de las Mil Palmeras, rodeada de barrancos y palmerales, Fataga es un reducto de paz y calma en el que el tiempo pasa lento.

Me pierdo por sus estrechas callejuelas sin rumbo deteniéndome a contemplar los azulejos que indican quién vive en cada casa y sus cuidadas entradas adornadas con flores.

Buscando un refugio para el calor, llego hasta la plaza, donde está su única iglesia, la de San José y me siento en un bar a tomar un refresco antes de comenzar el ascenso por la ladera de las montañas que me llevará a Tunte. Viendo este tranquilo paisaje rural, ¿quién puede imaginarse que a tan solo 30 minutos está uno de los centros turísticos más importantes del archipiélago? 

Comienza el ascenso a la cumbre, pero antes me detendré en Tunte.

Tunte, la capital de las Tirajanas

La capital del municipio de San Bartolomé de Tirajana, el mayor en superficie de Gran Canaria, se encuentra a 890 metros de altitud sobre el mar, en el pueblo de Tunte, el lugar de los canarios. Este topómino se remonta mucho tiempo atrás en la historia y hace referencia al asentamiento aborígen que se encontraba en esta misma zona antes de la Conquista. Tras la misma se instalaron pobladores hispánicos y conservaron su nombre.

Tunte se convirtió en la capital administrativa del municipio en 1825. Su estratégica situación, en pleno centro de la Caldera de Tirajana, la ha convertido en punto de encuentro entre las comunicaciones entre el norte y el sur de la isla a lo largo de la historia.

Tras asomarme en el mirador de Las Tirajanas, donde puedo ver todo el camino que he recorrido desde la costa, me dirijo hacia el centro del pueblo, a la plaza de la Iglesia de San Bartolomé. Esta iglesia es el inicio del Camino de Santiago entre Volcanes de Gran Canaria, que termina en Gáldar, primera sede jacobea fuera del territorio continental y puente entre la devoción al apóstol entre Europa, África y América. 

Iglesia de San Bartolomé de Tunte, inicio del Camino de Santiago

Cuenta la leyenda que, a finales de la Edad Media, tras la conquista de Gran Canaria por el reino de Castilla, un barco con marineros gallegos se vio envuelto en una tormenta y la tripulación decidió encomendarse a la imagen del apóstol Santiago que llevaban a bordo, prometiéndole que construirían una ermita en lo más alto de la tierra vista si salvaban la vida.

Al día siguiente la tormenta remitió y, al aparecer las altas montañas de Tirajana ante ellos, los marineros desembarcaron en Arguineguín dispuestos a cumplir su promesa.

Pese a la dureza del camino, entre barrancos y laderas, los marineros, con la imagen del apóstol a hombros, construyeron la ermita de Santiago, al pie de la montaña que hoy lleva su nombre. Una ermita de piedra y barro con techo de madera y tejas que pronto se convirtió en lugar de peregrinación. 

En 1850, por orden del obispo, se trasladó la imagen de Santiago a la Iglesia de San Bartolomé en Tunte, donde permanece junto a la de San Bartolomé.

Mirador de la Degollada de la Cruz Grande

La Caldera de Tirajana desde el Mirador de la Degollada de la Cruz Grande

Mi road trip continúa por bellas carreteras sinuosas que me llevarán a descubrir las Montañas Sagradas de Gran Canaria. Pero antes de iniciar el camino que me llevará hacia el centro de la isla me detengo en el Mirador de la Degollada de la Cruz Grande para disfrutar de la panorámica de la vertiente sur de la isla desde aquí arriba. Este sur tan diferente al que disfrutan millones de turistas junto a la costa.

Desde este mirador podemos contemplar dos vertientes. Por un lado, la Caldera de Tirajana y, por el otro, la Cuenca de Chira y el Pinar de Pilancones. Una encrucijada de caminos entre los que destaca la Ruta de la Plata, antigua senda por la que transcurría la trashumancia, y que está vinculada con la Ruta Jacobea que comunica norte y sur.

Dos vertientes

Si nos asomamos hacia la Caldera de Tirajana podremos divisar como los materiales geológicos más antiguos quedan al descubierto en el Risco Blanco, los andenes de Rompeserones o la Sepultura del Gigante. Los deslizamientos geológicos, como el ocurrido en Arteara, han creado llanos altos como El Sequero o los Llanos de Madrid. Esta vertiente que tenemos antes nuestros ojos guarda gran parte de la historia aborigen de la isla al abrigo de los barrancos, en los yacimientos arqueológicos de Rosiana, Los Sitios o la Fortaleza de Asinte. El recuerdo del gran palmeral que cubrió este valle, salpica su cuenca. En la parte alta del valle has sido sustituidas por pinar y sus laderas son terreno fértil para especies endémicas.

Cuenca de Chira desde el Mirador de la Degollada de la Cruz Grande.

Si nos asomamos hacia la otra vertiente nos encontramos con el Parque Natural de Pilancones, que ocupa la parte superior del Ayagauares y el Pinar de Pilancones. Un territorio de importante valor natural que forma parte de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria desde 2005.

Rumbo a las Montañas Sagradas de Gran Canaria

Me mueve la curiosidad. Quiero descubrir el Paisaje cultural del Risco Caído y montañas sagradas de Gran Canaria, incluido en el catálogo de la Unesco desde 2019.

Este paisaje cultural del Risco Caído está situado en una amplia zona montañosa en el centro de la isla y comprende acantilados, barrancos y formaciones volcánicas en un paisaje con una gran riqueza natural.

En él se incluyen un gran número de asentamientos trogloditas de los primeros pobladores de la isla. Entre los que destacan cavidades de culto y dos templos sagrados, Risco Caído y Roque Bentayga, en donde se celebraban ceremonias estacionales y que posiblemente estaban vinculados a un culto a las estrellas y a la Madre Tierra.

Quiero conocer más acerca de la importancia que tuvo este territorio para los antiguos canarios. Como en este viaje tengo poco tiempo para explorar, me conformo con contemplar los paisajes mientras conduzco y dejo que mi mente fantasee acerca de lo que sentirían ellos al contemplar la grandeza de lo que tengo ante mis ojos: el Roque Bentayga con el grandioso Teide de fondo.

Tejeda

Mi próximo destino es Tejeda, donde voy a hacer una parada rápida para reponer fuerzas. Por primera vez en el día me empiezo a sentir sobrepasada al mirar en el mapa todo lo que me queda aún por recorrer para llegar a mi destino. ¿Seré capaz de llegar hasta Agaete siguiendo mi ruta interior? ¿Debería de abortar mi misión?

Después de unas croquetas y una llamada telefónica a mi marido en la que me anima a seguir adelante, la vida se ve de otro color. Como rápido y prosigo mi ruta. Tengo que llegar a Artenara antes de que cierre el Centro de Interpretación del Paisaje Cultural de Risco Caído y Montañas Sagradas.

Centro de Interpretación del Paisaje Cultural del Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria

En poco más de 15 minutos, sorteando curvas, llego a Artenara. Mi destino es el Centro de interpretación del Paisaje Cultural del Risco Caído y las montañas sagradas de Gran Canaria. Este espacio museístico está situado en el centro del pueblo de Artenara, en el interior de una cueva tallada en la montaña, como muchas otras de las casas cuevas que encontramos en esta zona y que provienen de la tradición de las viviendas trogloditas de los antiguos canarios de la isla.

Llevo mucho tiempo sintiendo curiosidad por los antiguos pobladores de nuestras islas y por su relación con este entorno natural. El Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria ha sido protegidas por la Unesco debido a su riqueza geográfica y a la interacción con sus habitantes.

Lo que hace único a este territorio es su extraordinaria geografía y biodiversidad y el hecho de que dos culturas, totalmente diferente, lo hayan habitado durante 1.500 años. Los primeros pobladores provenían de la órbita cultural amazig (bereber) del Norte de África, y su llegada a las islas está datada en torno al cambio de era, aunque las más recientes investigaciones las ubican a partir del siglo IV o V d.c. En el siglo XV se produjo la conquista castellana de la isla, introduciendo una civilización europea en los albores de la Edad Moderna. De ambas culturas provenimos los actuales canarios.

Ambas culturas evolucionaron y se adaptaron a este espacio natural. Algunos comportamientos culturales prehispánicos, como la habitación de cuevas, fueron heredados por los castellanos. Y otros, como la dimensión sagrada de las montañas del interior de Gran Canaria, desaparecieron.

En este centro de interpretación podemos conocer la importancia que tuvieron para los primeros moradores de las islas y cómo se adaptaron a este territorio natural.

La neo cueva

En el año 2020 se abrió al público una recreación de una de las cuevas del yacimiento de Risco Caído, la C6, conocida como almogarén o santuario de Risco Caído. Un recinto excavado de planta circular y cúpula paraboloide, muy poco frecuente en este tipo de construcciones en la isla.

Además de su peculiar arquitectura, su valor reside en que constituye un marcador solsticial y equinoccial complejo y singular en su concepción. Dispone de un canal de luz excavado que proyecta la luz del sol o la luna llena en una de las paredes de la cámara principal, donde están talladas cazoletas, triángulos púbicos y grabados en bajo relieve. La secuencia de imágenes proyectadas sobre los grabados desde tiempos inmemoriales tenía una funcionalidad simbólica y astronómica para nuestros antepasados.

Mirador de Unamuno

Con mi misión cumplida, decido que se acabaron las prisas. Me quedan tres horas de luz por delante, así que me puedo permitir bajar el ritmo para recrearme en el paisaje. Me asomo al mirador de Unamuno y que quedo petrificada como él ante tanta belleza.

“Todas aquellas negras murallas de la gran caldera, con sus crestas que parecen almenadas, con sus roques enhiestos, ofrecen el aspecto de una visión dantesca. Es una tremenda tempestad petrificada, una tempestad de fuego, de lava, más que de agua”. Estas son las palabras con las que Unamuno describió el paisaje de la cumbre grancanaria desde Artenara, en su visita a la isla en 1910.

El mirador de Unamuno, presidido por una escultura del escritor y filósofo, obra del artista Manolo González, me invita a recrearme en la contemplación de este paisaje, protagonizado por el Roque Nublo y el Roque Bentayga.

Artenara, el pueblo de las casas cueva

Artenara es conocido como el pueblo de las casas cueva. Sus pobladores han mantenido la tradición de tallar cuevas en las montañas para construir sus casas, tal y como hacían los antiguos canarios. Unas casas frescas en verano y cálidas en invierno.

En el Museo etnográfico de las Casas Cueva podremos saciar nuestra curiosidad y visitar una de estas viviendas tradicionales, que muestran la belleza de la vida sencilla.

Hay un lugar muy curioso en Artenara, la capilla de la Virgen de la Cueva. Una capilla del siglo XVIII cavada en la roca, donde se venera una imagen policromada de la Virgen María, patrona de las Agrupaciones folclóricas y de los Ciclistas de Gran Canaria. A finales del siglo XIX la capilla fue ampliada, tallándose también el confesionario, el púlpito y el altar. Todo un ejemplo de vida troglodita.

De mirador en mirador

El municipio de Artenara goza de unas vistas privilegiadas hacia la cumbre, el pinar y hacia el mar.

Podemos disfrutar de estas vistas haciendo un recorrido por sus miradores, comenzando por el Mirador de Unamuno, el del Corazón de Jesús y el de los Poetas para terminar en el de la Atalaya.

De cada uno de ello nos llevaremos una buena colección de bellas imágenes y de perspectivas diferentes.

Después de las fotos pertinentes me dispongo a comenzar el descenso hacia la vertiente nordeste de la isla. Desde la cumbre hacia la arena…

Del pinar hasta el Valle de Agaete

La última hora de mi recorrido transcurrirá sin paradas ya que quiero llegar de día al Valle de Agaete. Atravieso el pinar disfrutando de la paz y tranquilidad que me ha acompañado a lo largo de todo el día. Me dirijo hacia Juncalillo, para seguir mi descenso por Fagajesto. Poblaciones con casas diseminadas, verdes paisajes y prados donde se conserva la tradición del pastoreo, me acompañan en mi vuelta a la civilización. Sonrío al leer en los carteles los nombres de Tegueste, Los Silos y Buenavista. Estos topónimos hermanan estos caseríos de Gáldar con municipios de mi isla, Tenerife.

La autovía me recuerda que ya estoy de vuelta en la civilización. Pongo rumbo hacia el Valle de Agaete. Quiero despedir allí este maravilloso día en el que he descubierto la belleza del interior de mi isla vecina, Gran Canaria.

Ha sido un día apasionante. Un viaje en solitario que me ha demostrado que puedo vivir aventuras inolvidables sin ir muy lejos. Tan solo tengo que atreverme a darle rienda suelta a mi curiosidad.

Gracias por haberme acompañado en este viaje. ¡Hasta siempre!

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