Hoy recorremos el occidente de Asturias de la mano de Mar Vidal, interiorista, organizadora de vidas y hogares, mentora de soñadoras, bloguera de viajes y estilo de vida, y mujer multipotencial.
La asturiana nos invita a descubrir la parte más desconocida de Asturias, el oeste. Un lugar que ella conoce muy bien, ya que de allí vienen los orígenes de su familia y la de su marido, y es donde pasa parte de su tiempo.
Rumbo al inexplorado occidente Astur
Tomamos la A-8 rumbo al oeste. No fue hasta 2014 que se completó la construcción de la Autovía del Cantábrico en el occidente asturiano. Hasta ese momento adentrarse en esta parte de Asturias era toda una aventura. Una tierra a la que solo llegaban algunos turistas que no se achantaban ante la idea de enfrentarse a interminables horas de carretera. La nueva autovía ha facilitado las comunicaciones y ya es mucho más fácil y cómodo descubrir esta región, por lo que solo nos queda disfrutar del viaje.
Un paseo por la costa oeste
Nuestro recorrido comienza en Cudillero, un precioso pueblo de pescadores situado a poco más de 30 minutos de Gijón. Pero antes de llegar, debemos de detenernos en El Pito para observar las casonas de indianos que flanquean la carretera. Estas casas nos cuentan la historia de los emigrantes que tuvieron que abandonar su tierra, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, rumbo a América. Aquellos que hicieron fortuna, construyeron ostentosas viviendas para mostrar su riqueza y en sus jardines plantaron una palmera, como guiño a la tierra que les dió la prosperidad.
Después de sacar unas fotos de sus bonitas fachadas, seguimos nuestro trayecto hacia el mar. A ras del Cantábrico se encuentra Cudillero, uno de los pueblos más bonitos de Asturias. Sus casas blancas con marcos de colores se trepan por la colina, rodeando la plaza de la Marina, que tiene forma de antiteatro. Para disfrutar de las mejores vistas del pueblo no nos podemos quedar ahí. Habrá que perderse por las callejuelas y subir cuestas y escaleras para asomarse a sus miradores. ¡El esfuerzo vale la pena!
Desde Cudillero tendremos que ir a visitar una playa que nos dejará sin palabras, la Playa del Silencio. Una bella cala de rocas y aguas cristalinas perfecta para el buceo.
Seguimos ruta hacia otro de los pueblos de la costa, Cadavedo. No es un pueblo bonito, pero tiene algo único. En este pueblo se mezclan los tejados rojos que vemos por la zona oriental de Asturias con los negros de pizarra que nos acompañarán hasta Galicia.
Continuamos conduciendo 15 minutos más hasta Luarca, la villa blanca de la costa verde. Esta villa marinera fue un importante puerto pesquero desde la Edad Media y conserva un interesante patrimonio histórico. En Luarca nació el Premio Nobel de Medicina, Severo Ochoa, y de él conservan muchos recuerdos y su tumba.
Luarca está flanqueada por dos miradores y cuenta con el cementerio más bonito de Asturias, situado junto al faro. Además de por las preciosas vistas, vale la pena visitarlo para observar algunos panteones de estilo modernista y cubista, muestra del arte funerario desarrollado en Asturias a principios del siglo XX.
De camino a nuestro próximo destino vale la pena hacer una parada en una playa salvaje y preciosa, la playa de Barayo. Sus arenales son unos de los más bonitos de Asturias y cuenta con varias especies animales y vegetales protegidas, por lo que es Reserva Natural.
Desde esta playa parte la senda costera de Navia, que nos llevará hasta la playa de Navia. Es una senda preciosa, muy bien conservada y perfecta para ir con niños que caminen. Iremos pasando por calas espectaculares, disfrutando de las vistas y de los acantilados. Calcula unas tres ó cuatro horas, para llegar a Navia a la hora de comer. En la playa de Navia hay un parque infantil con tirolina, que hará las delicias de los más pequeños. Desde allí parte otro paseo que nos lleva por la ría hasta Navia y que es muy recomendable.
En Navia tenemos que elegir pescado y marisco, la especialidda local, en las cartas de los restaurantes. Y de postre, pasar por la pastelería Santa María y probar sus espectaculares pastelitos, con los que se presentan cada año al concurso local de pintxos.
Puerto de Vega, cuna y sepulcro de hombres… y mujeres ilustres
Dicen que Puerto de Vega es “cuna y sepulcro de hombre ilustres”, así que yo añado “de mujeres” porque los orígenes de Mar están aquí. Frente a sus costas rescataron a Gaspar Melchor de Jovellanos cuando cayó al mar desde un barco debido a una fuerte marejada. Lo acogieron en una de las casonas más ricas del pueblo, la de Trelles, y allí falleció, trasladándolo posteriormente a Gijón, donde fue enterrado.
Mar cree que alguien debería de analizar la tierra de este pueblo porque hay un germen artístico tremendo y sus habitantes tienen talento natural para la música, el deporte… Pese a ser más caóticos que sus vecinos de Navia, que se esmeran mucho en todo lo que hacen, los de Puente de Vega no tienen que esforzarse para hacer bien las cosas, les salen de natural. Por eso la gente viene desde Madrid para tatuarse, o las bandas de heavy metal y deaf metal prosperan y triunfan en Europa.
¿Qué va a decir Mar del pueblo de sus padres? Pues que es un pueblo muy bonito que vale la pena visitar. De tradición marinera, antiguamente se dedicaban a la caza de ballenas y salía todo el pueblo en pequeñas barcas de madera a rodearlas. Ya es tan solo un recuerdo del pasado que se conserva en el Museo etnográfico ‘Juan Pérez Villamil’, junto a otros tantos que nos ayudarán a conocer mejor la forma de vida de sus habitantes.
Después de tanto paseo ¿nos les va entrando hambre? Vamos a aprovechar las recomendaciones que nos ha hecho para disfrutar del pescado y marisco cántabros. En El Jorge, uno de los restaurantes más pintorescos, podemos disfrutar de una parrillada de pescados y mariscos excepcional. Si queremos ir de tapas, el Chicote es una institución. Está metido en el puerto y conserva las almenas originales del viejo puerto, que frenaron los embates de la piratería.
Para bajar la comida podemos apuntarnos a una visita turística gratuita que nos mostrará el pueblo y la rula, la lonja local. El puerto es muy importante y destaca por sus pulpos, percebes y oricios, que se subastan en la rula.
Podemos acercarnos a visitar la Iglesia Parroquial de Santa Marina, que guarda el órgano más antiguo del norte de la península y retablos barrocos y rococós. O subir hasta la Ermita de la Atalaya. Cuenta la leyenda que unos marineros se estrellaron contra las rocas de la costa y llegaron a tierra abrazados a una imagen de una Virgen. En agradecimiento por haber salvado la vida, decidieron construir una capilla en lo alto del acantilado. Hasta allí trasladaron los materiales para construirla, pero cada noche estos amanecían en lo alto de una loma. Así, día tras día. Finalmente decidieron construirla en la parte alta de la colina.
La playa que los de Puerto de Vega llaman “nuestra playa” es la playa de Frejulje, a la que denominan cariñosamente Fre. Una playa de arena negra, no como las canarias de origen volcánico, sino de pizarra, en la que ondea una bandera azul.
Viaje al mundo vaqueiro
Cambiamos de aires y de paisaje abandonando la tierra de los pichotes (la gente del mar) para dirigimos al interior, a tierra de vaqueiros. En el minúsculo pueblo de Belén de la Montaña tenemos que parar para sacar unas fotos y recrearnos con unas vistas impresionantes de la costa de Navia y Luarca. Y es que esta es una de las cosas que hace única a Asturias, la proximidad del mar y las montañas y la posibilidad de disfrutar de estas perspectivas que nos dejan mudos.
Si seguimos por esta carretera llegaremos a Tineo, en el centro oriente astur, pero antes tenemos otra cita con la buena mesa. Pararemos en Paredes, un pueblo muy pequeñito, para comer en Casa El Obispo, donde nos van a servir lo que “pinte”, es decir lo que toque ese día: garbanzos, fabada o potaje asturiano de primero y de segundo chosco de Tineo, un embutido de cerdo ahumado con indicación geográfica protegida. Pero espera, como dice el marido de Mar, “hay que ganarse la comida”, así que deberíamos recorrer la senda circular, que sale desde Paredes y que nos llevará cerca del río, para abrir boca.
Después de reposar el almuerzo seguimos nuestra ruta hacia Alto Aristébano, en donde se celebra un evento muy especial, la boda vaqueira. El último fin de semana de julio una pareja se casa en esta ceremonia tradicional reservada para aquellos que tengan apellido vaqueiro, de las montañas. Los novios suben montados en mula, vestidos con los trajes tradicionales y rodeados de gente ataviada, entre cánticos, vacas con carros que llevan el ajuar y olor a multitudes. Una ceremonia con gran valor antropológico que es fiesta de interés turístico nacional.
Seguimos la ruta hacia Navelgas. Un pueblo muy desconocido pero muy importante, ya que es la cuna mundial del bateo de oro. En su río, si tienes maña, puedes encontrarte con pepitas de este preciado metal. Cada agosto se celebra un campeonato de bateo al que acuden gentes de todo el mundo. Pero hay otra fecha que hay que apuntar en nuestro calendario: el segundo sábado de noviembre tiene lugar La Noche Mágica. El pueblo de Navelgas viaja en el tiempo para recrear los usos y costumbres de la época. Las calles se llenan de viejecitas que hilan, señoras que asan castañas, hombres que hacen sidra dulce, mujeres que preparan friguelos… y podemos visitar una escuela de la época. Una experiencia llena de magia en la que podremos saborear el pasado.
Taramundi, tierra de molinos y cuchillos
No podemos dejar el Occidente asturiano sin llegar hasta Taramundi, cerca de la frontera con Galicia.
El largo viaje en coche nos recompensará, porque el camino te sorprenderá con preciosos pueblos de montaña, como Boal, el pueblo de la miel. Durante el Puente de todos los Santos, se celebra allí la Feria de la Miel, en donde podrás catar las mejores mieles artesanas y descubrir productos hechos a mano fabricados con quiastolita, una piedra que solo se encuentra en esta zona, a la que se le atribuyen propiedades protectoras, y con la que se fabrican bonitos collares y pulseras.
Pero sigamos hasta Taramundi, que hay mucho que ver. Las navajas de Taramundi son garantía de calidad así que, si viajas con maleta facturada, llévate unas cuantas de regalo. Pero este precioso pueblo de montaña tiene mucho más: un museo del molino con 19 molinos, un castro que nos traslada a la Edad de Bronce, un museo de la cuchillería tradicional, y aldeas detenidas en el tiempo en donde se respira paz y tranquilidad.
Museo de la cuchillería Museo de los molinos
Ha valido la pena el viaje. La esencia de Asturias estaba aquí, en el Occidente. ¡Gracias Mar Vidal por tus recomendaciones!
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