A un paso de La Laguna y Santa Cruz se esconde uno de los tesoros de Tenerife, el Parque Rural de Anaga. Un pulmón verde en donde respirar aire puro y conectar con la naturaleza en un bosque de cuento que despertará tus sentidos.
El macizo de Anaga, junto con el Macizo de Teno, es una de las zonas más antiguas de la isla, reducto de tradiciones y hogar especies endémicas, como las palomas raviche y turqué, y de la laurisilva, un fósil viviente del terciario que ha sobrevivido, tras haber desaparecido en todo el sur de Europa y el norte de África. Un privilegio compartido únicamente con Madeira y Azores.
Estos bosques únicos, de troncos retorcidos cubiertos de musgo, nos invitan a sumergirnos en su magia, en su historia, y a despertar nuestros sentidos.
El sendero de los sentidos
El Parque Rural de Anaga tiene muchas rutas para recorrer, pero hoy te invitamos a disfrutar de un pequeño aperitivo para que se te despierten las ganar de seguir descubriéndolo, el sendero de los sentidos. Un sendero que es más un paseo reconfortante que una ruta de senderismo, pero que nos introduce en la riqueza natural de este lugar y nos deja con ganas de más.
El sendero parte del aparcamiento de la Cruz del Carmen, en el lado contrario de donde se sitúa la oficina de información del parque. A la entrada encontrarás paneles indicativos que te muestran los tres recorridos en los que se divide.
Este sendero es una invitación a disfrutar de la naturaleza con plena conciencia, con los sentidos alerta, sintiendo las texturas de los árboles, distinguiendo los aromas, deleitándonos con los juegos de luces y sombras, escuchando los sonidos del viento al rozar las ramas y el piar de los pájaros…
Un bosque para todos
El sendero de los sentidos se compone de tres trazados con diferentes niveles de dificultad y accesibilidad para que todos lo podamos disfrutar.
El primer trazado, Despierta tus sentidos, es accesible para personas con discapacidad motora o sensorial e invita, en un corto recorrido de 20 minutos, a una inmersión en la vegetación. Esta parte del camino está preparada con rampas y pasarelas de madera para facilitar del acceso con sillas de ruedas o cochecitos de bebé. El sendero termina en un pequeño mirador con vistas al antiguo cortafuegos, desde donde podemos observar cómo se ha regenerado la vegetación.
El segundo trazado, Déjate sorprender, es perfecto para recorrerla con niños pequeños, ya que tiene muy poco desnivel y una duración de 45 minutos. En la oficina de visitantes puedes adquirir una de las audio guías que hará el paseo muy entretenido para padres y niños.
Por el camino, los carteles con el símbolo de un ojo, una nariz, una oreja o una mano te invitarán a experimentar y a sentir lo que tienes a tu alrededor. ¡Es hora de jugar!
Este trazado recorre parte del Camino de las Montañas por el que transitaban los habitantes de los caseríos de Anaga para llegar a La Laguna. Recorreremos los escalones tallados en la tierra por la que subían las gangocheras desde los caseríos de Anaga hasta La Laguna para intercambiar sus productos por otros alimentos o artículos de primera necesidad. Es fácil imaginarse a esas mujeres, de piernas y brazos fuertes y piel curtida, desafiando a las inclemencias del tiempo con sus cestas cargadas de alimentos caminando entre la bruma.
Un sendero con premio
El tercer trazado, Lo que encierra el Monteverde, es el más largo, aproximadamente una hora de recorrido, y engloba los otros dos. El camino desemboca en el Mirador del Llano de los Loros, desde donde se disfruta de unas preciosas vistas hacia Santa Cruz, el barranco y la presa de Tahodio y, de fondo, el azul del mar y Gran Canaria. Desde allí podemos apreciar el caracteristico relieve de las montañas y barrancos de Anaga.
Una pausa para reconectar
Desandamos nuestro camino con los sentidos más despiertos, escuchando los susurros de las ramas, fijándonos en el verde intenso del musgo que recubre los árboles, sintiendo las diferentes texturas de los troncos y plantas, y sintiendo los pulmones repletos de aire fresco.
Antes de partir podemos reponer fuerzas en La Gangochera de Anaga, frente al centro de visitantes, donde también venden productos ecológicos de agricultores de la zona y dulces tradicionales.
Hemos hecho una pequeña pausa en nuestro día para despertar nuestros sentidos. Nos prometemos volver otro día para seguir descubriendo lo que tiene para ofrecernos este tesoro que duerme sobre el macizo de Anaga, el bosque de laurisliva.
¿Te gustaría venir a cargarte de la energía del bosque?