Después de haber experimentado lo que se siente conociendo la historia de tus islas en persona en nuestro finde en Gran Canaria, decidimos continuar nuestra aventura en la pequeña gran isla de El Hierro.

En El Hierro, en el momento de la conquista, toda la isla estaba gobernada por un único jefe, Armiche. Los primitivos habitantes eran denominados los bimbaches. ¿Qué descubrimos sobre ellos? Aquí te lo cuento.

Día 1

Llegada y paseo por Valverde

A eso del mediodía volamos con Binter. Para nuestra sorpresa, nos encontramos en el avión con un antiguo compañero de trabajo que también iba a El Hierro acompañando a un grupo de periodistas internacionales.

Al aterrizar, cogimos el coche de alquiler y nos dirigimos a Valverde, la capital, en busca de un restaurante abierto para almorzar. Nos habían recomendado varios, pero como la hora a la que llegamos (las 15.00 horas aprox.) era una hora mala para encontrar las cocinas abiertas, terminamos en una tasca muy buena que ya nos habían dicho que normalmente está abierta, la Tasca el Charquete. Les recomiendo probar las tortillas rellenas.

Después de coger fuerzas dimos una vuelta por el centro. Allí lo más que me gustó fue la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, y sus alrededores. Y lo que más me impactó fue no encontrar a nadie por sus calles. Estábamos prácticamente solas.

Muy cerquita de la iglesia, en uno de sus laterales, encontrarás el edificio del Museo Arqueológico. Aún no se encuentra abierto al público. Esperemos que pronto pueda ser un gran recurso para la isla y para su historia.

Museo Etnográfico Casa de Las Quinteras

Todavía en Valverde, visitamos el Museo Etnográfico Casa de las Quinteras.

Abre de lunes a sábado de 10:00 h. a 18:00 h. Aquí te preguntarán si quieres comprar el Pasaporte turístico de El Hierro que cuesta 14,95€ para residentes canarios e incluye las visitas a Casa de las Quinteras, Ecomuseo de Guinea, El Garoé, Parque Cultural El Julán, Reserva de la biosfera, Centro de Interpretación Geológico, Centro de Interpretación del Geoparque. En caso de que vayas a visitar todos estos centros, sí que merece la pena comprarlo. En nuestro caso, como íbamos a realizar la ruta guiada por El Julan, que no estaba incluida, y no íbamos a tener tiempo de visitarlos todos, compramos la entrada individual que cuesta 3,50€ para residentes canarios.

En esta antigua vivienda restaurada, perteneciente a la familia que da su nombre, Las Quinteras, se lleva a cabo una exposición y muestra de los diferentes oficios que existieron en la isla tras la conquista, además de contar con reproducciones de cerámica prehispánica. Podrás contemplar muestras etnográficas, repartidas en cuatro salas destinadas a taller, herrería, artesanía textil, de madera y barro. Al mismo tiempo, el centro alberga parte de las importantes colecciones que componen los fondos etnográficos del Cabildo de El Hierro. Además, dispone de una pequeña tienda, que es donde compras el ticket de entrada, con el fin de dinamizar y potenciar la producción artesanal de la isla. A través de la artesanía se da a conocer el carácter de subsistencia y sostenibilidad que caracterizan a la isla. El museo es pequeño. No necesitarás mucho tiempo para visitar todas sus salas.

Viaje en el tiempo en el Pozo de las Calcosas

Nuestro alojamiento eran unos apartamentos en Las Puntas (Frontera) y de camino hacia allí, antes de llegar, nos paramos en el Pozo de las Calcosas.

Se trata de una especie de museo al aire libre de las tradiciones arquitectónicas herreñas. Es uno de los caseríos con más encanto de la isla. Su peculiaridad radica en la forma de construcción de sus casas, las conocidas como pajeros, con paredes de piedra volcánica desnuda y techumbre hecha con haces de paja de centeno, conocida como “colmo”. Hoy en día es un lugar de veraneo de los vecinos del cercano pueblo de El Mocanal. Se accede a él a través de un sendero.

Se nota que se ha hecho un esfuerzo por mantener la tipología de todas las casas. Pasear entre sus estrechos callejones es conocer una parte de la esencia herreña.

Atardecer en Mirador de La Peña

Nuestra próxima parada antes de llegar a los apartamentos fue en El Mirador de la Peña. Es un sitio maravilloso. Me encantó. Una perla situada en uno de los puntos más altos de la isla y diseñada por el artista canario César Manrique para rendir homenaje a la tierra y crear un ambiente fresco y acogedor.

Coincidió que justo era el atardecer y allí nos tomamos algo viendo las espectaculares vistas hacia los Roques de Salmor y El Golfo.

¡Hasta el baño tenía vistas!

También coincidió que en la isla se encontraba mi gran amigo Ceto, y se acercó hasta allí para saludarnos.

Noche en Frontera

Ahora sí, había llegado el momento de hacer el check-in en nuestros apartamentos. Dejamos las cosas, nos duchamos, y nada de descansar. Coincidió que se estaba celebrando una Concentración Internacional de Parapente y había fiestuqui en la plaza de Tigaday. ¿Qué no se lo creen? ¡Las que no nos lo creíamos éramos nosotras!

Así que nos pusimos monas y fuimos a disfrutar de una noche de tapas y vinos. Allí nos encontramos de nuevo con nuestro amigo y su grupo de periodistas.

Probamos distintas variedades de los vinos locales D.O Vinos de El Hierro. Me quedo con el blanco seco.

Día 2

Comenzando el día en Frontera

Al día siguiente nos levantamos con la calma, fuimos a desayunar a Tigaday en “La Casa de Abajo”, muy acogedor y con un pan de semillas muy bueno, y partimos hacia El Pozo de la Salud. Este pozo está ubicado sobre un acantilado marino formado por lavas porosas y recientes.

Estas lavas se asientan sobre un substrato poco permeable, que retiene el agua de lluvia que se infiltra. La influencia del mar y de la actividad volcánica remanente, provocan que estas aguas mineromedicinales tengan muchas sales disueltas, que le confieren sus ancestrales propiedades terapéuticas para numerosas dolencias.

Justo al lado se encuentra el Hotel-Balneario. El lugar me transmitió mucha paz. No descarto volver y alojarme allí algunos días para desconectar, descansar y que me den masajes.

De visita a la Virgen de los Reyes

Continuamos con nuestra ruta hacia el Santuario de la Virgen de los Reyes, patrona de la isla.

Cuenta la leyenda que la llegada de esta virgen se produjo de una curiosa manera. En 1546 un barco que se dirigía hacia América pasó junto a la Punta de la Orchilla. Cuando quisieron los marineros poner rumbo hacia las Américas el barco no podía salir del mar de las Calmas, navegando en círculo incesantemente durante varios días. Finalmente el 6 de enero los alimentos de a bordo se había acabado y tuvieron que acercarse a tierra para pedir comida. Los pastores de El Hierro los proveyeron de víveres para la dura travesía. A cambio y como agradecimiento, los marineros le entregaron a los pastores lo «único de valor que guardaban en el barco», una imagen de la Virgen María. A partir de este momento, una suave brisa comenzó a soplar en el mar de las Calmas y el barco pudo alejarse rumbo al Nuevo Mundo. Los pastores custodiaron a la Virgen a la que denominaron «de los Reyes» en honor al día de su llegada a la isla. La talla se depositó en el Caracol, en la cueva que llamaron a partir de ese momento «Cueva de La Virgen». Más tarde, se construyó una ermita en las proximidades. La primera misa oficial fue a finales de abril de 1577, fecha que da inicio a toda una tradición de romerías y peregrinaje, para ir a adorar a la Virgen de los Reyes.

Una de esas celebraciones es la llamada Fiesta de los Pastores, que, también para sorpresa nuestra, coincidió con nuestra estancia allí y pudimos disfrutar de una pequeña romería y de una subasta de ganado.

Tuvimos la suerte de ver la danza típica herreña, con los tambores, las chácaras, los pitos y el colorido traje tradicional. El día estaba soleado y sin viento. No podíamos pedir más.

Paseo entre sabinas y faros

Dejamos a la Virgen en su ermita y fuimos a la zona de El Sabinar, muy cerquita de allí, un bosque de sabinas que no se puede ver en ninguna otra parte del mundo.

Les suena este árbol, ¿verdad? Son las sabinas, retorcidas por la fuerza de los vientos alisios que normalmente soplan sin descanso en esta zona. Más que un árbol, realmente es un arbusto resinoso.

Se nos había hecho de nuevo la hora de almorzar, pero por la zona no había ningún restaurante. Así que tiramos de frutos secos y barritas que habíamos llevado.

Decidimos ir al Faro de Orchilla, y antes de ir al faro continuamos hacia el muelle de Orchilla, donde nos dimos un refrescante baño. La verdad que el día estaba apretado de calor. Y ya fresquitas, visitamos los alrededores de lo que fue en su día el meridiano cero.

En el de regreso hacia los apartamentos, hicimos una parada en la Playa de El Verodal. Es una de las pocas playas de arena negra que hay en la isla por esa zona.

La serie Hierro y los Salvapantallas en Tigaday

Muertas de hambre llegamos a Tigaday, donde hicimos un almuerzo-merienda-cena en una pizzería. Antes de ir al apartamento, nos acercamos a la iglesia de La Candelaria, con su campanario en la montaña y el terrero de lucha al lado. A mí me interesaba verlo sobre todo porque me recordaba a la serie “Hierro”.

Cuando llegamos al apartamento estábamos realmente cansadas, pero como esa noche había actuación de uno de mis grupos canarios preferidos “Los Salvapantallas”, ni nos lo pensamos. Duchita, a ponerse monas de nuevo y para la plaza. Lo dimos todo cantando y saltando. ¡Qué divertidos son!

Día 3

Al día siguiente tocó madrugón de los buenos. Teníamos que estar en El Julan a las ocho de la mañana. Ese realmente era nuestro gran interés en ir a El Hierro: visitar este yacimiento arqueológico. Es verdad que la isla cuenta con varias estaciones rupestres, pero una de las más importantes es esta. Aquí, sobre una colada volcánica se sucede un gran número de grabados realizados principalmente mediante la técnica de picado. En ellos, las inscripciones líbico-bereberes aparecen junto a motivos geométricos.

Si te alojas en Frontera, recomiendo ir por la carretera que atraviesa San Andrés, aunque Google Maps te indique lo contrario. No tiene tantas curvas y se tarda prácticamente lo mismo que yendo por el otro lado.

No sé si a quien madruga Dios le ayuda, pero lo que sí sé es que quien madruga el amanecer puede ver. Y nosotras nos gozamos uno espectacular ese día.

El Julan, huellas bimbaches

La pronunciada ladera de El Julan, cuyo nombre proviene del de una planta, conserva importantes vestigios de un asentamiento bimbache, con paneles grabados, concheros y lugares de reunión. En 1873 los hermanos herreños Aquilino y Gumersindo Padrón descubrieron los grabados de Los Letreros y, en 1874, Los Números. A partir de ellos, numerosos investigadores han calificado El Julan como una fuente inagotable para el estudio de la vida de los habitantes prehispánicos de Canarias. Algunas de las manifestaciones culturales que podremos ver durante la ruta por El Julan, son un tagoror, varios grabados, los concheros y una cueva.

La ruta guiada, es con reserva previa llamando al teléfono +34 922 55 84 23 (Centro de Interpretación Geológica). Nosotras cogimos la ruta mixta. La ida es a pie y la vuelta se realiza en jeep. Cuesta 15€ por persona para residentes canarios e incluye la ruta de la zona arqueológica y la visita al centro de interpretación. El recorrido tiene una dificultad media/alta y una duración de 3 ó 4 horas según el ritmo del grupo.

Esta es la visita estrella de El Hierro para descubrir la historia de los bimbaches. Recomiendo tomarse su tiempo y disfrutarla. Nuestro guía, Rayco Padrón, es un gran entusiasta y nos transmitió sus conocimientos y su interés de una manera muy amena.

Luego en el centro de interpretación hay varios paneles con mucha información. El Centro de Interpretación del Parque Cultural de El Julan abre todos los días de 08:00 – 16:00 horas.

Almuerzo en la Restinga y baños en charcos

Cuando terminamos nuestra experiencia arqueológica ya era la hora de comer, así que fuimos a La Restinga a darnos un homenaje en Casa Juan. Los camarones allí los sirven rebozados. Se comen enteritos, cabeza, patas, antenas…todo. Distintos y curiosos. No me disgustaron.

Ese día también hizo mucho calor. Así que al agua que fuimos. Cerca de La Restinga existe un lugar fantástico para bañarte las piscinas naturales de Tacorón. Floté feliz.De camino a los apartamentos, nos paramos en dos charcos más. En el Charco Azul y el Charco de La Maceta, donde nos dimos el último baño del día viendo la puesta de sol y tomándonos una cervecita.

Día 4

Último día en El Hierro

Hicimos el check-out de los apartamentos y fuimos al Ecomuseo de Guinea y Centro de recuperación del lagarto gigante. Abre todos los días de 10:00 a 18:00 horas, pero ojo, las visitas son guiadas. Aconsejo llamar antes para saber a qué hora va a ser la próxima. Nosotras tuvimos suerte porque nada más llegar, acababa de empezar una y nos pudimos unir a ella.

La visita dura aproximadamente una hora y media. Comienza en un tubo volcánico. A continuación, se ve el centro de Recuperación del Lagarto Gigante de El Hierro, donde se muestran varios ejemplares. Para finalizar se recorre un poblado original, un núcleo histórico con casas ambientadas en diferentes siglos.

Garoé, el árbol sagrado

No queríamos irnos sin antes ver El Garoé, el árbol santo de los bimbaches. Garoé, en la lengua amaziq significa río o laguna. Abasteció a los aborígenes y más tarde a los conquistadores castellanos con agua que emanaba de sus hojas y que se depositaba en las capas impermeables de la montaña.

El centro está abierto todos los días de 10.00 a 18.00 horas. En él se explica el efecto de la lluvia horizontal y las leyendas relacionadas con este árbol sagrado.

Tiene una pequeña tienda de souvenirs en la misma recepción, donde me compré un anillo de plata y de piedra volcánica. Artesanía local.

Aprovechando hasta el último momento

Se estaba acercando la hora de coger nuestro vuelo de regreso a Tenerife. Todavía había tiempo para un bañito rápido en las piscinas de La Caleta, que está justo al lado del aeropuerto. Y así lo hicimos.

Maravilloso. Allí estuvimos relajadas hasta que vimos a nuestro avión llegar.

Cogimos los bártulos, nos dirigimos al aeropuerto, entregamos el coche de alquiler y embarcamos.

¡Segunda ruta cultural por las Islas Canarias superada!

Como anécdota final les contaré que, al llegar a Tenerife, nos informaron de que algunas maletas se habían quedado en El Hierro, entre ellas una de las nuestras, porque como hacía tanto calor y el avión iba lleno, tenía demasiado peso y no podía despegar. Menos mal que las quesadillas, hechas con queso herreño, que compramos no estaban en ella.

Al día siguiente llegó sana y salva.