Lanzarote es tierra de vinos. La segunda isla canaria con mayor número de superficie cultivada de viñas cuenta con la bodega más antigua del archipiélago, un sistema de cultivo único en el mundo y vinos singulares, reconocidos por todo el mundo.
Te invitamos a saborear la isla conejera de otra manera: visitando bodegas, paseando entre viñedos y volcanes, catando sus vinos únicos y descubriendo sus otros productos artesanales. Descubre todas las experiencias de gastro-enoturismo que puedes vivir en Lanzarote con CanariasViaja.com y CanaryWineRoute.
Lanzarote, historia de una isla reinventada
Entre 1730 y 1736 las erupciones volcánicas arrasaron el centro de la isla de Lanzarote y destrozaron los fértiles campos de cultivo en los que se sembraban cereales y granos. El granero de Canarias quedó arrasado cubierto de metros de lava y cenizas volcánicas, dando a paso a un paisaje de negra desolación.
Pero la historia no acaba aquí. En este punto comienza la historia del vino de Lanzarote, la historia de una segunda oportunidad.
Gracias a su sabiduría innata, los campesinos de la isla excavaron profundos hoyos en las cenizas volcánicas hasta dar con la tierra fértil. Allí, probaron a replantar cereales, pero ya no se daban. Entonces plantaron vides, asocaron los hoyos para proteger la viña de los vientos alisios con muros de piedra que dejaban entrar por sus rendijas el aire y la humedad, cubrieron la tierra con rofe y se produjo el milagro. La viña comenzó a brotar y a dar frutos y comenzaron a producir unos vinos únicos que han transformado el paisaje y la economía de la isla.
La Geria, ese paisaje tallado con mucho esfuerzo por la mano del hombre, es hoy un paisaje protegido por su singularidad y uno de los emblemas de la isla.
La Geria
La carretera que cruza La Geria es una de las más transitadas de la isla y una de las más hermosas. A ambos lados podremos disfrutar de las bellas composiciones que forman los socos, con sus viñas de hojas verdes en el centro. Campos de cultivos salpicados por palmeras solitarias, casas blancas y volcanes que hablan de una isla que sabe superar dificultades.
En las orillas de esta carretera se suceden bodegas, algunas centenarias, como El Grifo, y otras más jóvenes, como Vega de Yuco o Los Bermejos. Visitarlas es conocer la isla a través de sus sabores, sus aromas, su arquitectura, sus tradiciones y sus paisajes.
Los Bermejos: aprendiendo sobre viticultura en la isla
Comenzamos nuestra ruta enogastronómica por Lanzarote en la bodega Los Bermejos. Está situada en La Florida, en la zona conocida como Juan Bello, entre el famoso monumento al campesino de Manrique y el comienzo del Paisaje Protegido de La Geria.
La bodega Los Bermejos, toma su nombre de la tierra roja, bermeja. Fue fundada en 2001 en las instalaciones de una bodega del siglo XVIII perteneciente a la familia Bello, que fue restaurada en 1920.
Para hacernos una idea de la zona, podremos apuntarnos a una de las rutas de senderismo, previstas para 2023, que organizará la bodega para dar a conocer el entorno y los diferentes tipos de cultivos. Podrás disfrutar de las vistas panorámicas de La Geria desde lo alto de la Montaña de Juan Bello, y de sus estéticos hoyos y chabocos.
Pero volvamos a la finca. Es aquí, entre viñedos, donde comenzará la visita a la bodega conociendo las características de la viticultura en la isla, en donde predomina el cultivo de malvasía volcánica, diego, listán negro y moscatel de Alejandría. Sus 22 hectáreas de malvasía volcánica están cultivadas en hilera, para mejorar el rendimiento de la producción. Un cultivo artesanal con 800 vides por hectárea que producen entre 1000 y 1500 kilos de uva por hectárea. Esta es una de las formas de cultivo que encontraremos en la isla, junto con los tradicionales hoyos y los chabocos, que cuentan con un rendimiento menor.
A continuación pasamos a visitar el lagar original, donde se prensaba antiguamente la uva. Aquí nos mostrarán una fotografía de un chaboco, oquedad provocada tras el derrumbe de los suelos volcánicos que son empleados para el cultivo de la uva y frutales porque hacen de soco natural.
Para conocer el proceso de elaboración del vino pasaremos a la sala de prensado. Nos explicarán cómo reciben las uvas provenientes de la vendimia de la finca y las otras, que compran a más de 300 agricultores locales. Durante el prensado tan solo aprovechan el 60% de la uva, ya que solo se hace un primer prensado de la uva sin despalillar. En el tinto tradicional sí se emplea la uva despalillada.
En la bodega se producen 13 referencias de vinos, entre blancos, rosados, tintos y espumosos. Para conocer cómo se producen estos últimos pasaremos a la sala de barricas de roble francés. Por sus barricas también pasan algunos de sus otros vinos, como el listán negro tradicional barrica o el malvasía fermentado en barrica.
La visita concluye con una degustación en la que podremos elegir dos de las trece referencias, acompañadas con una tapa de queso de cabra de la isla, que disfrutaremos en la terraza con vistas a la finca. Una opción que podemos realizar independientemente de la visita, si queremos tan solo probar los vinos.
Antes de irnos no podremos dejar de pasar por la tienda para llevarnos un poco de sabor de Lanzarote a casa.
El Grifo: pasado y futuro
Nuestra siguiente parada está a tan solo un par de kilómetros de Los Bermejos. La Bodega El Grifo fue fundada en 1775 y es la más antigua de Canarias y la quinta más longeva de España. Una visita ineludible.
Una bodega histórica en plena forma, que combina su legado con la innovación. El Grifo propone varias experiencias a sus visitantes para conocer el pasado y presente de esta bodega.
Puedes comenzar por conocer la historia de esta bodega del siglo XVIII, trasladándote a aquellos tiempos en los que los camellos llevaban la uva a la bodega y las lavas de Timafanya acababan de cubrir el Lugar de El Grifo. El guía te introducirá en las técnicas de vinificación ancestrales y te acompañará en una visita por la casa familiar, que atesora una biblioteca con más de 5000 volúmenes, y por los viñedos, que conservan viñas centenarias en sus chabocos.
Tras una cata de los vinos más exclusivos de la bodega, podrás continuar la visita a tu aire recorriendo el interesante Museo del vino, en el que se conserva el lagar original de 1775 y numerosas herramientas y utensilios utilizados en los siglos XIX y XX hasta los años 90.
Si te interesa conocer cómo producen el vino hoy día puedes elegir la visita a la bodega moderna. Conocerás como se hace la vinificación en la actualidad, pasearás por los viñedos para conocer a fondo la viticultura heroica y sus cultivos ecológicos, y terminarás la visita con una degustación de tres vinos en la antigua sala de barricas, que hoy ocupa la sala del piano.
Si te apasiona el mundo del vino, puedes elegir la experiencia que incluye una cata especializada de cinco de sus mejores vinos. Podrás adentrarte en la historia de esta bodega con una breve visita al Museo con parada en tres puntos relevantes: el lagar, la piedra fundacional y la historia familiar.
En la nueva sala de catas podrás realizar una degustación profesional de 5 de los mejores vinos de la bodega, acompañados de quesos locales. Un viaje a través de los olores, los colores y los sabores de los vinos de esta bodega que lleva produciendolos ininterrumpidamente desde 1775.
Finca Testeina: mirador a la Geria
Terminamos esta ruta por La Geria en la Finca Testeina, perteneciente a la Bodega Vega de Yuco. Una finca y cortijo, cuyas primeras referencias documentales datan del siglo XVI, situada a los pies de la montaña de Testeina. Una atalaya desde la que admirar la belleza paisajística de La Geria.
Las rutas de enoturismo no solo tratan de dar a conocer bodegas sino todo lo que rodea al mundo del vino: patrimonio, historia, tradiciones, paisaje… Finca Testeina es un claro ejemplo de que a través del enoturismo podemos poner en valor el patrimonio y algo tan intrínseco a la identidad conejera como es la cultura del agua.
La bodega Vega de Yuco está situada a dos kilómetros y medio de aquí, en las laderas de Masdache. Es una bodega tradicional canaria, pero innovadora a su vez, que busca poder contribuir al relato de la historia del vino en la isla con Finca Testeina, donde tienen parte de sus viñedos cultivados de forma tradicional, en hoyos. Un entorno de gran belleza en el que podemos sumergirnos en la historia de la viticultura de la isla, paseando a través de sus viñedos, visitando el lagar o la sala de barricas original del cortijo, donde veremos los depósitos originales de hormigón donde se producía antiguamente el vino, hoy protegidos por Patrimonio de Lanzarote.
La sala de barricas ahora acoge también eventos sociales y culturales.
Las vistas desde todas las terrazas son impresionantes. Por la cara sur nos asomaremos al volcán del Cuervo y a Montaña Roja . Puntos de inicio y final de las terribles erupciones de Timanfaya en el siglo XVIII, que destruyeron todos los cultivos del centro de la isla y pueblos como el de Testeina, donde se sitúa la finca.
Si nos asomamos hacia el norte, veremos el paisaje domado por la mano del hombre de La Geria y las laderas de Masdache, donde se sitúa la bodega matriz.
El cortijo de Finca Testeina es un gran ejemplo de la importancia que tenía el aprovechamiento del agua en la isla en aquellos tiempos en los que no había desaladoras y la poca agua que caía del cielo tenía que ser aprovechada hasta la última gota. Durante nuestra visita podremos recorrer los diferentes puntos en los que se recogía y almacenaba el agua, como el aljibe, el lavadero o los semilleros de la vivienda. En la propia montaña de Testeina existe una de las fuentes naturales de agua que se pueden encontrar aún en la isla.
Toda buena visita a una bodega termina con una cata de sus vinos.
En Finca Testeina la visita finaliza con una cata comentada de dos vinos de Bodegas Vega de Yuco con maridaje de chocolate artesanal, para poner un broche dulce a nuestra visita a La Geria.
Mucho más que vinos: una visita a las Salinas de Janubio
Si hablamos de patrimonio y paisaje de la isla de Lanzarote, tenemos que hablar también de las Salinas de Janubio. Una reliquia cultural de la isla que permanece parcialmente activa.
Situadas en la costa del municipo de Yaiza, es una de las visitas indispensables para conocer una de las labores artesanales que aún se mantienen intactas desde finales del XIX.
Las salinas fueron fundadas en 1895 por por Vicente Lleó, terminándolas su nieto en 1945. En sus buenos tiempos daban trabajo a 400 trabajadores y se producían 10.000.000 de kilos de sal. La sal en aquellos tiempos era imprescindible para la conservación de los alimentos. Actualmente hay un tercio de las salinas en funcionamiento, trabajan en ellas cinco personas y se producen 2.500.000 kilos de sal. La sal se destina para uso gastronómico y, la de deshecho, para la conservación de las pistas de tierra.
Las salinas están situadas junto a la laguna natural que se formó después de la erupción de Timanfaya. Una bahía natural que era utilizada por los pescadores para resguardar sus barcos. La laguna está protegida por ser zona de paso de cigüeñuelas y tarro canelos, que se nutren de los invertebrados que encuentran en la orilla y los insectos de la superficie.
La visita a las Salinas de Janubio comienza en los cocederos, en los que se va evaporando el agua que viene desde la laguna a través de una red de conductos, y las salinas, donde finalmente se recoge la sal.
Los cocederos son recipientes de poca profundidad que tienen como objeto aumentar la salinidad del agua de mar. Son unas charcas formadas por muros de piedra volcánica, impermeabilizadas por una base de barro mezclado con sal.
El cocedero situado en la parte más alta se denomina madre y tiene mayor profundidad. El agua irá bajando, cuando se abran las compuertas, al siguiente cocedero hijo, de menor profundidad, y así sucesivamente para que cada vez haya más evaporación y aumente la salinidad.
En los cocederos de salinidad media podremos observar cómo el agua adquiere un curioso color naranja producido por microalgas que contienen carotenos. La presencia de estas microalgas lleva a aparejada la de un peculiar crustáceo triásico, la artemia, que solo vive en unas condiciones muy concretas de salinidad y temperatura. Este es el que inspiró a César Manrique para crear el logotipo de las Salinas.
Según nos acercamos a la parte baja de las instalaciones observaremos que los cocederos darán paso a las salinas, cada uno de los recuadros en los que se deposita la sal. Al conjunto de salinas se le denomina tajo y al conjunto de tajos, partido. En las Salinas de Janubio hay tres partidos: el de las letras, en el que están escrito con piedras el nombre el fundador; el de las casas, cerca de las construcciones que acogerán el futuro museo de la sal; y el de los molinos, desde los que se puede disfrutar de una preciosa vista de las salinas.
La zafra o cosecha se lleva a cabo de mayo a noviembre. En primer lugar se recoge con el jamo, una especie de filtro como el que se usa para limpiar piscinas, la capa superficial -la flor de sal- la más pura y con menor salinidad. Se deja reposar cuatro noches y luego se seca a la sombra , durante año y medio, en la bodega. Su calidad la ha hecho merecedora de la medalla de oro de en GastroCanarias en 2022.
Habrá que dejar pasar once días, después de haber retirado la flor de sal, para comenzar a recoger la sal gorda. La superficie de arriba se habrá solidificado, pero en la parte de abajo quedará agua. Con el rastrillo se aplastará la sal para lavarla con el agua del fondo y después se arrastrará hasta los bordes para formar las pirámides. Cuando la producción está seca, se guarda en la bodega, para su empaquetado y comercialización.
A finales de noviembre finaliza la producción y en febrero se comienza a restaurar los cocederos y las salinas para volver a comenzar una nueva temporada. Este es el método tradicional que se usaba desde su fundación hasta 1985, año en el que se vendió la flota pesquera a Marruecos y la demanda de sal cayó. Actualmente la producción se destina al consumo local y a la exportación a través de la web. En la tienda que encontraremos junto a la bodega de sal, podremos encontrar los distintos tipos de sal que producen.
El trabajo en las salinas antiguamente era cosa de mujeres, ya que los hombres se dedicaban a la pesca. Visitar las salinas de Janubio y conocer el duro trabajo que hay detrás de cada grano de sal nos hará valorar aún más de este oro blanco en la cata final. Un ingrediente imprescindible en nuestras cocinas que podemos llevarnos para seguir saboreando Lanzarote en casa.