Decidimos organizar este viaje a Gambia entre cuatro amigos. Uno de nosotros ya había visitado el país en varias ocasiones, así que tras escuchar sus vivencias decidimos preparar nuestra aventura. Nos apetecía conocer una cultura diferente, un viaje a lo desconocido adentrándonos en el Río Gambia.
Comienza la aventura
Aterrizamos en Banjul a pleno sol de mediodía, pasamos la noche en la capital y a primera hora de la mañana siguiente partimos en furgoneta dirección Kuntaur por la carretera Bank Road South Highway, despidiéndonos de la ciudad y adentrándonos poco a poco en un paisaje rural, donde pequeños poblados rojizos de construcciones tradicionales de barro iban apareciendo al borde de la carretera principal. En la entrada de cada pueblo por el que pasamos, pudimos observar a sus habitantes reunidos en unas tarimas con techumbres de fibras vegetales en las que descansaban bajo su sombra.
Por cierto, la furgoneta la conducía nuestro guía y a partir de ahora, compañero de viaje, Lamin.
En la primera parte de la travesía y hasta llegar al puente de Senegambia, pudimos apreciar hermosos contrastes de vegetación, donde los verdes dominaban el paisaje. Una vez cruzamos el río, las tonalidades empezaron a cambiar, predominando los tonos ocres y el naranja rojizo de su tierra, la cual nos iba hipnotizando.
Los círculos de piedra de Wassu
Antes de nuestra llegada a Kuntaur, hicimos una pequeña parada en Wassu, donde queríamos visitar los Círculos de Piedra. Un conjunto de megalitos de diferentes tamaños y pesos, formado por once círculos de piedras. El monolito de mayor tamaño se encuentra en Wassu, tiene una altura de 2,59 metros. No hay datos específicos de cuando se construyeron estos monumentos pero el rango oscila entre el siglo III a.C. hasta el siglo XVI d.C. Estas formaciones fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2006. Valió la pena ver estos círculos megalíticos de cerca.
Llegada a Kuntaur: pescado, arrozales y cacahuetes
A medida que nos adentrábamos en Kuntaur, pudimos observar incontables arrozales y la humedad del río empezaba a notarse.
Kuntaur es un pequeño poblado de pescadores y factorías al borde del Río Gambia. Después de atravesar el pueblo llegamos a nuestro hospedaje, un conjunto de construcciones circulares, sencillas y muy bien ubicadas junto al río. Dejamos las maletas y salimos a pasear antes de que cayera el sol. Nada más salir, un grupo de jóvenes que se encontraba jugando en los alrededores vino enseguida a darnos la bienvenida al pueblo y se animaron a pasear con nosotros.
Entre unos y otros comenzaron a contarnos la historia de su poblado. Su estratégica ubicación hizo que empresas comerciantes de arroz y cacahuetes instalasen allí sus bases y almacenes para exportar en barcos de carga las cosechas, usando el río de nexo con ciudades como Banjul o Dakar, por nombrar algunas. Muchos de ellos habían trabajado recolectando cacahuetes y arroz, otros estudiaban en la escuela local. Se podía percibir en sus caras lo orgullosos que estaban de que nuevos viajeros les visitasen interesados por su cultura y sus paisajes.
Así que allí nos encontrábamos, alejados de las prisas de una gran ciudad, paseando junto a un grupo de jóvenes locales al borde del río y disfrutando de un atardecer espectacular, silencioso y rodeados de vegetación. De tanto en tanto el silencio era interrumpido por el sonido de alguna barquita de pescadores cruzando el río. El sol comenzaba a esconderse y ya era hora de volver al hospedaje, donde habíamos quedado con el capitán de la barca y el guía para cenar y así comentar la aventura que nos esperaba al día siguiente.
Aventura en el Río Gambia: descubriendo Baboon Islands
A las 9 de la mañana el capitán nos esperaba en una barca de estilo tradicional, con la que partimos dirección Baboon Islands, río adentro, donde pasamos algunas horas de expedición. Durante la travesía el capitán nos contaba anécdotas de la zona. Antes de llegar a la isla principal nos acercamos a otra barca en la que se encontraban visitantes con un guía del parque. Rápidamente el guía saltó a nuestra barca despidiéndose del otro grupo.
El guía pertenecía al proyecto Chimpanzee Rehabilitation Project. Proyecto destinado a la investigación, protección y cuidado de estos primates, iniciado por Eddie Brewer, naturalista y fundador del proyecto. Es a finales de los años sesenta cuando su hija Stella Brewer Marsden recibe algunos chimpancés huérfanos rescatados de comerciantes mercantes y los trasladan de la reserva de Abuko a Baboon Islands. Desde 2006 empiezan a organizar estas excursiones para el avistamiento. Las Islas Baboon, son un conjunto de cinco islas ubicadas en el Río Gambia, de las cuales cuatro de ellas están habitadas por varias familias de chimpancés, colonos rojos y otras especies.
Nos adentramos en el río donde nos envolvía una tranquilidad procedente de una zona inalterada. Pudimos ver varios hipopótamos, diversidad de aves y una familia de colonos rojos que iban saltando de árbol en árbol como si estuvieran acompañando el camino de la barca. Sin embargo, no tuvimos la suerte de ver a los chimpancés, ya que como es normal, en algunos momentos del día van a buscar alimento bosque adentro. La naturaleza es impredecible, pero al haber tantas especies siempre tendrás la oportunidad de ver algunas de ellas durante la travesía.
Biodiversidad en Gambia
Tras varias horas navegando por el Río Gambia al borde de aquellos bosques silvestres, nos contaba nuestro capitán que aquellas aguas son cálidas incluso en invierno y que la fuerza del mar hace que, durante muchos kilómetros, el rio sea arenoso, turbio y salado por el arrastre de sedimentos marinos.
Otro elemento característico de esta aguas son los manglares, vegetación de gran importancia para la biodiversidad de Gambia. Algunos ejemplares pueden superar los 20 metros de altura. Sus raíces se hunden en el barro, pero quedan vistas cuando la marea baja, formando un lodazal muy rico en materia orgánica. El manglar es hábitat de numerosas especies de crustáceos y moluscos, es allí donde puedes ver a los recolectores de ostras.
La expedición iba llegando a su final y partimos rumbo a tierra. En el trayecto de vuelta nos íbamos cruzando con pescadores en sus barquitas, el capitán se acercó a una de ellas y el pescador nos enseñó lo que había pescado esa mañana. ¿Dónde íbamos a conseguir pescado más fresco que este? Así que no dudamos en comprar nuestra cena para esa misma noche.
Tras descansar y contemplar la puesta de sol, disfrutamos de nuestra última cena en Kuntaur, a los pies del río con una banda sonora propia de una naturaleza inalterada y salvaje.
Fotografías: Ampi Aristu
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